Palabra de la semana / Palavra da semana

«Anotações do acaso em uma xícara de café».

(Pontis 3, «Anotações do acaso em uma xícara de café», de Rafael Bán Jacobsen).

«Anotaciones del azar en una taza de café».

(Pontis 3, «Anotaciones del azar en una taza de café», de Rafael Bán Jacobsen, traducido por Carla Rapetti).

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La palabra de esta semana es «xícara». Seleccionamos esta palabra porque, como sabemos, su traducción puede, a veces, causar algunos problemas cuando iniciamos los estudios de léxico del español y del portugués. Ahora explicitaremos los étimos de «xícara» y de la traducción propuesta taza; para esto, utilizamos la información presentada en los campos destinados a la información etimológica del diccionario de lengua portuguesa Houaiss on-line y del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), también en su versión on-line.  

Según el Houaiss, la palabra «xícara» proviene del español jícara, teniendo, en portugués, su primer registro escrito datado en 1540. Por su parte, el vocablo jícara es, probablemente, oriundo del náhuatl xicalli, que, según el DRAE, es un «vaso hecho de la corteza del fruto de la güira».

A su vez, la traducción propuesta en español (taza) proviene del árabe hispánico ṭássa, este del árabe ṭassah o del árabe clásico ṭast, y este del persa tašt ‘cuenco’, según el DRAE. También contamos con la palabra «taça» registrada en portugués (claro está, proveniente del mismo étimo árabe), pero usada, generalmente, para denominar, y citamos el Houaiss, el «copo cilíndrico com haste, usado para beber vinho, champanhe, conhaque etc».


 

“Anotações do acaso em uma xícara de café”.

(Pontis 3, “Anotações do acaso em uma xícara de café”, de Rafael Bán Jacobsen).

“Anotaciones del azar en una taza de café”.

(Pontis 3, “Anotaciones del azar en una taza de café”, de Rafael Bán Jacobsen, traduzido por Carla Rapetti).palavra_da_semana

A palavra desta semana é “xícara”. Selecionamos esta palavra porque, como sabemos, sua tradução pode, por vezes, causar alguns problemas quando iniciamos os estudos de léxico do espanhol e do português. Agora iremos explicitar os étimos de “xícara” e da tradução proposta taza; para tanto, utilizamos as informações apresentadas nos campos destinados às informações etimológicas do dicionário de língua portuguesa Houaiss on-line e do Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), também em versão on-line.

Conforme o Houaiss, a palavra “xícara” provém do espanhol jícara, tendo, em português, seu primeiro registro escrito datado de 1540. Por sua vez, o vocábulo jícara é, provavelmente, oriundo do náuatle xicalli, que, segundo o DRAE, é um “vaso hecho de la corteza del fruto de la güira”.

Por sua vez, a tradução proposta em espanhol (taza) provém do árabe hispânico ṭássa, este do árabe ṭassah ou do árabe clássico ṭast, e este do persa tašt ‘cuenco’, conforme o DRAE. Também contamos com a palavra “taça” repertoriada em português (claro está, advinda do mesmo étimo árabe), mas usada, geralmente,  para denominar, citamos o Houaiss,  o “copo cilíndrico com haste, usado para beber vinho, champanhe, conhaque etc.”

Palavra da semana/Palabra de la semana

«Começou uma algazarra perto da casa.»

(Pontis 3, «Caligrafia do espanto», de Rafael Bán Jacobsen).

«Comenzó un alboroto cerca de la casa.»

(Pontis 3, «Caligrafía del espanto», de Rafael Bán Jacobsen, traduzido por Leticia Lorier y Manuela Pequera).

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La palabra de esta semana es «algazarra». Según el diccionario de lengua portuguesa Houaiss, versión on-line, es un sustantivo masculino, cuyo primer registro escrito en português data del siglo XV. Antiguamente, denominaba «grita ou alarido dos mouros quando iniciavam um combate», pero luego, por extensión de sentido, pasó a indicar «vozearia, barulheira, tagarelada». El origen es árabe: de al-gazārâ, «abundância, grande quantidade; ruído com ira; loquacidade».

El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), en su versión on-line, indica que el origen del vocablo algazara es árabe, proveniente del árabe hispánico alḡazara «locuacidad», y éste del árabe clásico ḡazārah «abundancia», usado para denominar, y citamos: «ruido, gritería de una o de muchas personas juntas, que por lo común nace de alegría», o «vocería de los moros y de otras tropas, al sorprender o acometer al enemigo».

Aquí la tradución de «algazarra» propuesta en el cuento traducido es alboroto, proveniente, de acuerdo al DRAE, de alborotar, el que, a su vez, quizás sea oriundo del latín  volutāre «dar muchas vueltas, revolcar», en intersección con el vocablo alborozar. Este último, definido como «inquietar, alterar, conmover, perturbar», «amotinar, sublevar», «encrespar», «causar alegría», proviene de alborozo, oriundo del árabe hispânico  alburúz, y éste del árabe clásico burūz, «parada militar previa a una expedición».

Existe también la palabra «alboroto» en portugués, cuya remisión nos lleva a «alvoroço», un sustantivo masculino datado, por registro escrito, en el siglo XIII. La definición del vocablo indica denominar el «ato ou efeito de alvoroçar; alvoroçamento», siendo que el verbo «alvoroçar» presenta en su campo de definición las siguientes acepciones: «agitação, alteração de ânimo; inquietação, sobressalto», «manifestação de alegria, de entusiasmo», «ação ou movimento que denota pressa, açodamento; precipitação», «estado de tumulto, motim ou revolta»; «sublevação» y, específicamente en Brasil, «manifestação ruidosa e confusa; gritaria, balbúrdia». Finalmente, con el sentido usado especialmente en el sur de Brasil, indica «período de grande desejo sexual da fêmea animal; cio». Como en español, el étimo del vocablo es árabe: al-burûz «sair em grande pompa, com gritos de alegria, para receber alguém».


Começou uma algazarra perto da casa.

(Pontis 3, “Caligrafia do espanto”, de Rafael Bán Jacobsen).

Comenzó un alboroto cerca de la casa.

(Pontis 3, “Caligrafía del espanto, de Rafael Bán Jacobsen, traduzido por Leticia Lorier e Manuela Pequera).

palavra_da_semanaA palavra desta semana é “algazarra”. Conforme o dicionário de língua portuguesa Houaiss, versão on-line, é um substantivo masculino, cujo primeiro registro escrito em português data do século XV. Antigamente, denominava “grita ou alarido dos mouros quando iniciavam um combate”, mas depois, por extensão de sentido, passou a indicar “vozearia, barulheira, tagarelada”. A origem é árabe: de al-gazārâ, “abundância, grande quantidade; ruído com ira; loquacidade”.

O Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), versão on-line, indica que a origem do vocábulo algazara é árabe, proveniente do árabe hispânico alḡazara “locuacidad”, e este do árabe clássico ḡazārah “abundancia”, usado para denominar, citamos: “ruido, gritería de una o de muchas personas juntas, que por lo común nace de alegría”, ou “vocería de los moros y de otras tropas, al sorprender o acometer al enemigo”.

Já a tradução de “algazarra” proposta no conto traduzido é alboroto, proveniente, de acordo com o DRAE, de alborotar, o qual, por sua vez, talvez seja oriundo do latim volutāre “dar muchas vueltas, revolcar”, em cruzamento com o vocábulo alborozar. Este último, definido como “inquietar, alterar, conmover, perturbar”, “amotinar, sublevar”, “encrespar”, “causar alegría”, provém de alborozo, oriundo do árabe hispânico alburúz, e este do árabe clássico burūz, “parada militar previa a una expedición”.

Existe também em português a palavra “alboroto”, cuja remissiva nos leva a “alvoroço”, um substantivo masculino datado, em registro escrito, do século XIII. A definição do vocábulo indica denominar o “ato ou efeito de alvoroçar; alvoroçamento”, sendo que o verbo “alvoroçar” apresenta em seu campo definitório as seguintes acepções: agitação, alteração de ânimo; inquietação, sobressalto”, manifestação de alegria, de entusiasmo”, ação ou movimento que denota pressa, açodamento; precipitação”, “estado de tumulto, motim ou revolta”; “sublevação” e, especificamente no Brasil, “manifestação ruidosa e confusa; gritaria, balbúrdia”. Por fim, com o sentido usado especialmente no sul do Brasil, indica “período de grande desejo sexual da fêmea animal; cio”. Como no espanhol, o étimo do vocábulo é árabe: al-burûz “sair em grande pompa, com gritos de alegria, para receber alguém”.

Amanda Duarte Blanco

Entrevista con Rafael Bán Jacobsen

«Hay una crucial diferencia entre escribir libros y ser escritor»

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Rafael Bán Jacobsen nació en Porto Alegre en 1981. Este joven y talentoso escritor brasileño es además pianista, docente y físico, y se desempeña como investigador en las áreas de cosmología y física nuclear y de partículas en la Universidade Federal do Rio Grande do Sul.

Ha publicado más de 80 trabajos literarios en periódicos y más de 50 artículos en revistas, y ha participado en más de 40 antologías. Comenzó a escribir desde temprano, a sus 13 años, y muy joven publicó Tempos & costumes (Ed. Alcance, 1997), obra con la que ganó el Prêmio Açorianos de Literatura en la categoría narrativa, galardón que obtuvo en más oportunidades, entre otras premiaciones.

Este profuso escritor, que confiesa seguir la rigurosidad de la física en su proceso de escritura y realizar «la prueba del oído» para asegurar la cadencia de sus líneas, relata cómo trabaja las ideas de una forma más libre: «Las ideas surgen en gran cantidad, por eso las dejo flotar libres por mi cabeza, en medio de todos los demás pensamientos, durante días, semanas, hasta meses, sin anotar nada. Si la idea es buena, sobrevivirá». Aunque divide su vida entre múltiples actividades, Jacobsen es consciente del importante lugar que en ella ocupa la literatura: «Aun cuando estoy ocupándome de otras cosas, sigo escribiendo íntimamente, elaborando todo aquello que será materia de ficción». En esta entrevista el autor nos cuenta, entre otros temas, sobre su estilo narrativo, el papel de la física y la música en su proceso de escritura y su opinión sobre la posibilidad de ser traducido.

¿Cómo describirías el estilo de tu narrativa? ¿Seguís los pasos de algún maestro? ¿Cuáles son tus influencias?

Como siempre digo, soy un escritor que se preocupa más por el lenguaje que por la trama. Después del lenguaje, en segundo lugar, busco dedicarme al análisis psicológico de los personajes. Otro aspecto que juzgo importante en mis textos es que, casi siempre, haya una dimensión mítica detrás de ellos, y eso muchas veces se traduce en una intertextualidad explícita con narrativas de diferentes mitologías (con cierta predominancia de la judeocristiana). A pesar de reconocer huellas de textos de muchos escritores queridos en mis trabajos, no sigo deliberadamente los pasos de ningún autor en especial y tampoco me dejo afligir por la búsqueda de «una voz propia, original», porque no creo que aún haya espacio para la originalidad después de lo tanto que se ha escrito y de lo tanto que ya se ha experimentado en literatura. De todas maneras, puedo destacar algunos escritores que leo mucho y con los que siempre dialogo: Clarice Lispector, Samuel Rawet, Marcel Proust, Virginia Woolf, Yukio Mishima, Raduan Nassar, Isaac Bashevis Singer y Vladimir Nabokov. Además, la lectura de poesía es una influencia constante: Shakespeare, Rimbaud, Baudelaire, Verlaine, Florbela Espanca, Carlos Drummond de Andrade, Augusto dos Anjos, Konstantinos Kaváfis, Sophia de Mello Andresen…

¿Considerás que, en alguna medida, la física y la música influyeron en tus creaciones literarias? ¿De qué manera?

No creo en una influencia directa en la elección de temáticas o en la construcción de tramas, por ejemplo. Sin embargo, pienso que termino empleando el rigor y el método de la física en el proceso de creación de mis textos, es decir, solo puedo escribir si sé exactamente a dónde quiero llegar y si, antes de entregarme al texto propiamente dicho, tengo un esquema de la narración, paso a paso, como si fuese un algoritmo. Pero es verdad que las personas acostumbran reclamarme un libro en el que la física sea tema central y en el cual yo, de cierto modo, me apropie de los conceptos científicos para hacer literatura. Puede ser una buena idea para el futuro, quién sabe. En cuanto a la música, pienso que su estudio temprano me hizo desarrollar el oído, lo que ayuda mucho en esa cuestión de trabajar el lenguaje. Me gusta leer mis textos en voz alta varias veces, sin preocuparme por el significado, poniendo toda la atención en el ritmo de las frases, en la alternancia de sonidos abiertos y cerrados de las sílabas, en la melodía que las palabras encadenadas van construyendo. Este procedimiento (que puede ser bastante largo) es una etapa de revisión del texto decisiva para mí. Cierta vez, un crítico escribió que la gran mayoría de los nuevos autores brasileros no pasaba «la prueba del oído» y que la lectura de sus textos en voz alta recordaba a un niño aprendiendo a tocar el violín. Sea verdad o no, hago todo el esfuerzo posible para escapar de eso.

¿Cómo se da tu proceso de escritura?

Las ideas surgen aleatoriamente: puede ser una frase leída u oída, una imagen vista en vivo y en directo o en alguna ilustración. El paseo errante por entradas de enciclopedia o por versículos bíblicos también suele ser inspirador. Generalmente, la idea inicial ya surge envuelta en una pequeña narración, pero no acostumbro anotar las ideas en seguida que surgen. Las ideas surgen en gran cantidad, por eso las dejo flotar libres por mi cabeza, en medio de todos los demás pensamientos, durante días, semanas, hasta meses, sin anotar nada. Si la idea es buena, sobrevivirá. Ocurre, así, una especie de «selección natural». Cuando una idea sobrevive, hago alguna anotación, me pongo la idea en el bolsillo y salgo por el mundo con ella. Ahí se da una de las partes que, para mí, es de las más interesantes en el proceso de creación: como si fuese un imán, la idea empieza a atraer una gran cantidad de elementos que se suman a ella; son nuevas imágenes, nuevos textos con los cuales dialoga, también canciones. En otras palabras, la idea va reordenando el mundo a su manera, y yo termino tropezándome, en los lugares más insólitos, como por arte de magia, con muchas cosas que tienen mucho que ver con esa idea-imán inicial. Cuando ya hay un volumen significativo de información, empiezo el proceso de escritura propiamente dicho. Soy un escritor metódico y solo puedo poner en el papel la primera frase de una historia si sé antes cuál será la última. Por eso, antes de ponerme manos a la obra, hago resúmenes, esquemas, diagramas. Después de eso, es solo seguir el plan hasta el final, o sea, realizar el trabajo manual, que es siempre la parte más larga, tediosa e ingrata. Como no tengo rutina para escribir —la vida insiste en atropellarme con obligaciones insignificantes y terrenales—, esa fase demora mucho. De hecho, no me gusta escribir: me gusta haber escrito.

Varios de tus cuentos tratan temas vinculados con la cultura judía. ¿También hay elementos autobiográficos?

Realmente hay una fuerte presencia de la temática judía en mis escritos, pero no siempre fue así. Hasta mis veinticinco años de edad, evitaba escribir cualquier cosa sobre el tema, pues consideraba casi un lugar común que el autor judío escribiese sobre judaísmo. En verdad, es lo que las personas esperan: si el escritor es judío, tiene que haber algo de judío en sus textos, es como si hubiese una obligación. Por eso, siempre huí del asunto; no obstante, todo cambió cuando surgió la idea para mi novela Uma leve simetria, que trata del amor entre dos niños judíos. Acepté hacer una concesión y resolví que ese sería mi único trabajo de temática judía. Lo que yo no esperaba era que esa «concesión» le abriera las compuertas a un incontrolable torrente de narrativas sobre el mismo tema. Ya que no tenía cómo contenerme, decidí asumir el judaísmo como uno de los motivos fundamentales de mi literatura. Por otro lado, no hay elementos autobiográficos en mis textos. Siempre noté que, en sus primeros trabajos, muchos escritores tienden a aferrarse a la propia biografía, y siempre vi en esa tendencia un síntoma de amateurismo. Puede ser un prejuicio mío, incluso porque hay varias obras primas de la literatura que tienen abiertamente ese cuño autobiográfico, pero esa impresión me mantuvo alejado de la tentación de hacer ficción calcada de mi propia vida. Claro que mis textos son autobiográficos, pero solo en la medida en que todo texto es autobiográfico, pues un escritor no puede escribir sobre otras cosas sino sobre la propia experiencia. Aun hablando de realidades distantes y de eventos que nunca presencié, estoy, en el fondo, hablando de mí, aunque , la mayoría de las veces, ni siquiera yo sea capaz de relacionar directamente determinada escena o cierto personaje con los elementos de la realidad que los generaron.

¿Qué lugar ocupa la literatura en tu vida?

Yo trabajo como físico en la universidad, ocupo cargos en diversas asociaciones culturales, desempeño actividades en varios frentes de la comunidad judía y además soy del tipo de persona que cocina su propia comida, limpia su propia casa y cuida su propia ropa; así, puede parecer extraño que diga que la literatura ocupa el lugar de mayor importancia en mi vida. De hecho, entre tantos quehaceres, el tiempo que dedico exclusivamente a la literatura es escaso; sin embargo, ella está siempre presente. Aun cuando estoy ocupándome de otras cosas, sigo escribiendo íntimamente, elaborando todo aquello que será materia de ficción. Hay una crucial diferencia entre escribir libros y ser escritor. Escribir y publicar libros es un acontecimiento; ser escritor es mucho más una forma de relacionarse con los propios sentimientos, con las palabras, con los símbolos. Siempre estoy a la caza de símbolos a desvendar y creando mis propios símbolos internos, y hago eso anhelando la palabra escrita. En ese sentido, la literatura está siempre en mí. Y lo único que importa es esto: el símbolo.

¿Qué significa ser escritor en el mundo globalizado actual, dominado por la tecnología y las redes sociales?

Se espera hoy que un autor domine las más diversas plataformas de comunicación y esté presente en las redes sociales, dialogando continuamente con sus lectores, buscando «fidelizarlos», y con toda la sociedad, actuando como un verdadero «formador de opinión». Además, se espera que el autor analice los pequeños eventos del día a día de su comunidad y también los grandes acontecimientos de su tiempo. Finalmente, se afirma la tendencia de que, en las redes sociales, el autor sea un personaje más de sí mismo. Francamente, yo no tengo paciencia ni ganas de hacer ninguna de esas cosas. Me parece que, en el fondo, todo eso se resume a una creciente necesidad de invertir en marketing personal, en un escenario abarrotado de personas que escriben libros y vacío de personas dispuestas a leerlos. En medio de todo eso, muchas veces, infelizmente, lo que menos importa es la literatura.

¿Cuál es tu punto de vista sobre la traducción literaria?

La traducción, antes que nada, es la captura y la cristalización de una lectura en particular: la lectura del traductor, hecha en un cierto lugar, en un determinado momento, y bajo circunstancias específicas. Heráclito ya nos decía que nadie es capaz de bañarse dos veces en el mismo río. Si utilizamos esa imagen para pensar en el proceso de traducción y consideramos, en esa metáfora, el río como un texto, la traducción es nada más que el registro de una zambullida en ese río. Nunca será el río en sí, está claro, y, en el fondo, es solo una posibilidad de registro entre tantas otras que el propio traductor podría concebir en momentos diferentes. Es por todo esto que ser traducido, en el fondo, es ser traicionado, pero deliciosamente traicionado. Porque siempre es mágico para un escritor encarar su propio texto reconstruido en una nueva lengua, por medio de las palabras de otra persona. Y esto es porque mirando de nuevo el texto bajo otra lente, el escritor, ahora en la traducción, puede vislumbrar muestras de las múltiples, de las varias interpretaciones que su texto puede tener, de las varias interpretaciones que puede despertar.

¿Qué implica para un escritor que su obra sea traducida a otros idiomas?

Para un escritor como yo, que se preocupa, sobre todo, con la plasticidad del lenguaje, y no tanto con la construcción de tramas y personajes, la traducción de algo que escribí es siempre la oportunidad de poner a prueba la fuerza del léxico, de las imágenes, de las frases construidas. En caso de que mucho de eso termine perdiéndose en la transposición de una lengua a otra, probablemente significa que fallé en la construcción del vigor que siempre me propuse darle a mi prosa. De lo contrario, si aún logro reconocerme en ese texto reconstruido, si aún logro observar allí lo esencial de aquello que deseé transmitir, probablemente, tendré motivos para celebrar.

¿Por qué aceptaste ser uno de los autores seleccionados para ser traducido por Pontis?

Acepté la propuesta de la revista Pontis justamente para tener una nueva oportunidad de esa naturaleza, de enfrentar mi propio texto revisto por los filtros de otra persona y de verificar si el texto sobrevive a ese proceso de filtrado que es la traducción. Acepté la propuesta de la revista Pontis, también, para tener la oportunidad de ser más leído en Uruguay, ese país tan hermanado a mi estado de origen aquí en Brasil, Rio Grande do Sul. Además, Uruguay es cuna de algunos de los escritores que desde hace mucho frecuentan mis estantes, como Horacio Quiroga, Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti y Mario Arregui.


Há uma crucial diferença entre escrever livros e ser escritor. Entrevista com Rafael Bán Jacobsen

retrato_presentacion_del_autorRafael Bán Jacobsen nasceu em Porto Alegre, em 1981. Este jovem e talentoso escritor brasileiro é, também, pianista, docente e físico; atua como pesquisador nas áreas de cosmologia e física nuclear e de partículas na Universidade Federal do Rio Grande do Sul.

Publicou mais de 80 trabalhos literários em jornais, mais de 50 artigos em revistas e participou de mais de 40 antologias. Começou a escrever desde cedo, aos 13 anos, e muito jovem publicou Tempos & costumes (Ed. Alcance, 1997), obra com a qual venceu o Prêmio Açorianos de Literatura na categoria narrativa, prêmio esse que recebeu em mais oportunidades, entre outras premiações.

Este profuso escritor, que confessa seguir o rigor da física em seu processo de escrita e fazer “o teste do ouvido” para garantir a cadência de suas linhas, relata como trabalha as ideias de uma forma mais livre: “As ideias surgem em grande quantidade, por isso eu as deixo flutuarem livres pela cabeça, em meio a todos os outros pensamentos, por dias, semanas, até meses, sem anotar nada. Se a ideia for boa, ela sobreviverá”. Embora divida sua vida entre numerosas atividades, Jacobsen é consciente da importância do lugar que nela ocupa a literatura: “Mesmo quando estou tratando de outras coisas, sigo escrevendo intimamente, elaborando tudo aquilo que será matéria de ficção”. Nesta entrevista, o autor nos conta sobre seu estilo narrativo, o papel da física e da música em seu processo de escrita, sua opinião sobre a possibilidade de ser traduzido, entre outros assuntos.

Como você descreveria o estilo de suas narrativas? Você segue os passos de algum mestre? Quais são suas influências?

De fato, como sempre digo, sou um escritor que se preocupa mais com a linguagem do que com o enredo. Depois da linguagem, em segundo lugar, busco investir na análise psicológica das personagens. Outro aspecto que julgo importante nos meus textos é que, quase sempre, há uma dimensão mítica por trás deles, e isso muitas vezes se traduz em uma intertextualidade explícita com narrativas de diferentes mitologias (com certa predominância da judaico-cristã). Apesar de eu reconhecer estilhaços dos textos de muitos escritores queridos nos meus trabalhos, eu não sigo deliberadamente os passos de nenhum autor em especial, e tampouco me deixo afligir na busca por “uma voz própria, original”, até porque não acredito que ainda haja espaço para originalidade depois do tanto que já se escreveu e do tanto que já foi experimentado em literatura. Seja como for, posso destacar alguns escritores que leio muito e com quem sempre dialogo: Clarice Lispector, Samuel Rawet, Marcel Proust, Virginia Woolf, Yukio Mishima, Raduan Nassar, Isaac Bashevis Singer e Vladimir Nabokov. Além disso, a leitura de poesia é uma influência constante: Shakespeare, Rimbaud, Baudelaire, Verlaine, Florbela Espanca, Carlos Drummond de Andrade, Augusto dos Anjos, Konstantinos Kaváfis, Sophia de Mello Andresen…

Você considera que, em alguma medida, a física e a música influenciaram suas criações literárias? De que maneira?

Não creio em uma influência direta, na escolha de temáticas ou construção de enredos, por exemplo. Contudo, penso que eu acabo empregando o rigor e o método da física no processo de criação dos meus textos, isto é, só consigo escrever se souber exatamente onde quero chegar e se, antes de me entregar ao texto propriamente dito, eu tiver um plano da narrativa, passo a passo, como se fosse um algoritmo. Mas é verdade que as pessoas costumam me cobrar um livro em que a física seja tema central e no qual eu, de certo modo, me aproprie dos conceitos científicos para fazer literatura. Pode ser uma boa ideia para o futuro, quem sabe. Quanto à música, penso que seu estudo desde cedo me fez desenvolver o ouvido, o que ajuda muito nessa questão de trabalhar a linguagem. Gosto de ler meus textos em voz alta várias vezes, sem me preocupar com o significado, colocando toda a atenção no ritmo das frases, na alternância de sons abertos e fechados das sílabas, na melodia que as palavras encadeadas vão construindo. Esse procedimento (que pode ser bastante longo) é uma etapa decisiva de revisão do texto para mim. Certa vez, um crítico escreveu que a grande maioria dos novos autores brasileiros não passavam pelo “teste do ouvido” e que a leitura de seus textos em voz alta lembrava uma criança aprendendo a tocar violino. Seja verdade ou não, faço todo esforço possível para escapar disso.

Como ocorre seu processo de escrita?

As ideias surgem aleatoriamente: podem ser uma frase lida ou ouvida, uma imagem vista ao vivo ou em alguma ilustração. O passeio errático por verbetes de enciclopédia ou por versículos bíblicos também costuma ser inspirador. Geralmente, a ideia inicial já surge envolta numa pequena narrativa, mas não costumo anotar as ideias logo que surgem. As ideias surgem em grande quantidade, por isso eu as deixo flutuarem livres pela cabeça, em meio a todos os outros pensamentos, por dias, semanas, até meses, sem anotar nada. Se a ideia for boa, ela sobreviverá. Acontece, assim, uma espécie de “seleção natural”. Quando uma ideia sobrevive, eu faço alguma anotação, coloco a ideia no bolso e saio pelo mundo com ela. Aí acontece uma das partes que, para mim, é das mais interessantes no processo de criação: como se fosse um ímã, a ideia começa a atrair uma grande quantidade de elementos que vem se somar a ela – são novas imagens, novos textos com os quais dialoga, também músicas. Em outras palavras, a ideia vai reordenando o mundo ao seu jeito, e eu acabo esbarrando, nos lugares mais improváveis, como se fosse mágica, em muitas coisas que têm tudo a ver com essa ideia-ímã inicial. Quando já há um volume significativo de informações, começo o processo de escrita propriamente dito. Sou um escritor metódico e só consigo colocar no papel a primeira frase de uma narrativa se eu souber antes qual será a última. Por isso, antes do pôr as mãos à obra, faço resumos, esquemas, diagramas. Depois disso, é seguir o plano até o fim, ou seja, realizar o trabalho braçal, que é sempre a parte mais longa, tediosa e ingrata. Como não tenho rotina para escrever – a vida insiste em me atropelar com obrigações miúdas e terrenas –, essa fase demora muito. De fato, eu não gosto de escrever: gosto de ter escrito.

Vários de seus contos tocam questões vinculadas à cultura judaica. Há também elementos autobiográficos?

Realmente há uma forte presença da temática judaica nos meus escritos, mas nem sempre foi assim. Até os meus vinte e cinco anos de idade, eu evitava escrever qualquer coisa sobre esse assunto, pois eu achava quase um lugar-comum que um autor judeu escrevesse sobre judaísmo. Na verdade, é o que as pessoas esperam: se o escritor é judeu, tem de haver algo de judaico nos seus textos, é como se houvesse uma obrigação. Por isso, sempre fugi do assunto; porém, tudo mudou quando surgiu a ideia para o meu romance “Uma leve simetria”, que trata do amor entre dois meninos judeus. Aceitei fazer uma concessão e resolvi que esse seria meu único trabalho com temática judaica. O que eu não esperava é que essa “concessão” abriria as comportas para uma incontrolável enxurrada de narrativas com mesmo tema. Já que não havia como segurar, decidi assumir o judaísmo como um dos motivos fundamentais da minha literatura. Por outro lado, não há elementos autobiográficos nos meus textos. Eu sempre percebi que, em seus primeiros trabalhos, muitos escritores tendem a se agarrar na própria biografia, e eu sempre vi nessa tendência um sintoma de amadorismo. Pode ser um preconceito meu, até porque há várias obras-primas da literatura que têm abertamente esse cunho autobiográfico, mas essa impressão me manteve afastado da tentação de fazer ficção calcada na minha própria vida. Claro que meus textos são autobiográficos apenas na medida em que todo texto é autobiográfico, pois um escritor não pode escrever sobre outras coisas senão sobre a própria experiência. Mesmo falando de realidades distantes e de eventos que nunca presenciei, estou, no fundo, falando de mim, ainda que, na maioria das vezes, nem mesmo eu seja capaz de relacionar diretamente determinada cena ou certo personagem com os elementos da realidade que os geraram.

Qual é o lugar que a literatura ocupa em sua vida?

Eu trabalho como físico na universidade, ocupo cargos em diversas associações culturais, desempenho atividades em várias frentes da comunidade judaica e ainda sou o tipo de pessoa que cozinha a própria comida, limpa a própria casa e cuida das próprias roupas; assim, pode parecer estranho eu dizer que a literatura ocupa o lugar de maior importância na minha vida. De fato, entre tantos afazeres, o tempo que dedico exclusivamente à literatura é escasso; porém, ela está sempre presente. Mesmo quando estou tratando de outras coisas, sigo escrevendo intimamente, elaborando tudo aquilo que será matéria de ficção. Há uma crucial diferença entre escrever livros e ser escritor. Escrever e publicar livros é um acontecimento; ser escritor é muito mais uma forma de se relacionar com os próprios sentimentos, com as palavras, com os símbolos. Estou sempre à caça de símbolos para desvendar e criando meus próprios símbolos internos, e faço isso almejando a palavra escrita. Nesse sentido, a literatura está sempre em mim. E a única coisa que importa é isto, o símbolo.

O que significa ser escritor no mundo globalizado atual, dominado pela tecnologia e redes sociais?

Espera-se hoje que um autor domine as mais diferentes plataformas de comunicação e esteja presente nas redes sociais, dialogando continuamente com seus leitores, buscando “fidelizá-los”, e, com a sociedade toda, agindo como um verdadeiro “formador de opinião”. Além disso, espera-se que o autor analise os pequenos eventos do cotidiano de sua comunidade e também os grandes acontecimentos do seu tempo. Por fim, afirma-se a tendência de que, nas redes sociais, o autor seja mais um personagem de si mesmo. Francamente, eu não tenho paciência e nem vontade para fazer qualquer uma dessas coisas. Parece-me que, no fundo, tudo isso se resume a uma crescente necessidade de investir em marketing pessoal em um cenário abarrotado de pessoas que escrevem livros e esvaziado de pessoas dispostas a lê-los. Em meio a tudo isso, muitas vezes, infelizmente, o que menos importa é a literatura. 

Qual é seu ponto de vista sobre a tradução literária?

A tradução, antes de mais nada, é a captura e a cristalização de uma leitura em particular: a leitura do tradutor, feita em um certo lugar, em um determinado momento, sob circunstâncias específicas.

Heráclito já nos dizia que ninguém é capaz de mergulhar duas vezes no mesmo rio. Se nós usarmos essa imagem para pensar no processo de tradução e considerarmos, nessa metáfora, o rio como sendo um texto, a tradução nada mais é do que o registro de um mergulho nesse rio. Nunca será o rio em si, é claro, e, no fundo, é apenas uma possibilidade de registro entre tantas outras que o próprio tradutor poderia conceber em momentos diferentes.

É por tudo isso que ser traduzido, no fundo, é ser traído, mas deliciosamente traído. Porque é sempre mágico para um escritor encarar o seu próprio texto reconstruído numa nova língua, por meio das palavras de uma outra pessoa. Isso porque, olhando de novo o texto sob novas lentes, o escritor, agora na tradução, pode vislumbrar amostras das múltiplas, das várias interpretações que seu texto pode ter, das várias interpretações que ele pode despertar.

O que implica para um escritor que sua obra seja traduzida a outros idiomas?

Para um escritor como eu, que se preocupa, sobretudo, com a plasticidade da linguagem, e nem tanto com a construção de enredos e personagens, a tradução de algo que eu escrevi é sempre a oportunidade de pôr à prova a força do léxico, das imagens, das frases construídas. Caso muito disso acabe se perdendo na transposição de uma língua para a outra, provavelmente significa que eu falhei na construção do vigor que eu sempre propus dar a minha prosa. Do contrário, se eu ainda conseguir me reconhecer neste texto reconstruído, se eu ainda conseguir enxergar ali o essencial daquilo que eu desejei transmitir, provavelmente, eu terei motivos para comemorar.

Por que você aceitou ser um dos autores selecionados para ser traduzido por Pontis?

Aceitei a proposta da revista Pontis justamente para ter uma nova oportunidade dessa natureza, de enfrentar o meu próprio texto revisto pelos filtros de uma outra pessoa e verificar se o texto sobrevive a esse processo de filtragem, que é a tradução. Aceitei a proposta da revista Pontis, também, para ter a oportunidade de ser mais lido no Uruguai, esse país tão irmanado ao meu estado de origem aqui no Brasil, Rio Grande do Sul. Além disso, o Uruguai é berço de alguns dos escritores que há muito frequentam as minhas estantes, como Horacio Quiroga, Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti e Mario Arregui.

 

Palabra de la semana/ Palavra da semana

palavra_da_semana«[…] é como se ele estivesse ao meu lado, apontando os homens sem camisa e as mulheres de biquíni que se espalhavam por todos os cômodos […].»

 

(Pontis 3, “Caligrafia do espanto”, de Rafael Bán Jacobsen).

«[…] es como si él estuviese a mi lado, señalando a los hombres sin camisa y a las mujeres en biquini que se esparcían por todas las habitaciones […].»

 

(Pontis 3, “Caligrafía del espanto, de Rafael Bán Jacobsen, traducido por Leticia Lorier y Manuela Pequera).

 

La palabra de esta semana es «biquíni», cuyo primer registro escrito data de 1947. En portugués, según el diccionario Houaiss de lengua portuguesa en su versión on-line, «biquíni» denomina un «maiô de duas peças de tamanho reduzido, que cobrem o busto e a parte inferior do tronco», o «calcinha feminina de dimensões reduzidas»; en Angola, Mozambique y Guinea-Bissau, una «cueca ou sunga masculina». El origen del vocablo es toponímico, referido a Bikini, «atol do Pacífico onde se deu, em julho de 1946, uma explosão atômica experimental; provavelmente porque uma mulher de biquíni provocava, na época, o efeito de uma “bomba atômica”». Además, en el campo de información etimológica, el mencionado diccionario explicita que, en Francia, es marca registrada.

Por su parte, el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), en su versión on-line, indica que el vocablo es originario de inglés, bikini, y éste de Bikini, «nombre de un atolón de las Islas Marshall» y destaca la influencia de ‘bi-‘ por alusión a las dos piezas, información que no consta en el diccionario Houaiss. A diferencia de lo registrado en portugués, la definición de la palabra en el DRAE solo contiene una acepción: «prenda femenina de baño compuesta de un sujetador y una braga».


 

“[…] é como se ele estivesse ao meu lado, apontando os homens sem camisa e as mulheres de biquíni que se espalhavam por todos os cômodos […].”

(Pontis 3, “Caligrafia do espanto”, de Rafael Bán Jacobsen).
“[…] es como si él estuviese a mi lado, señalando a los hombres sin camisa y a las mujeres en biquini que se esparcían por todas las habitaciones […].”

(Pontis 3, “Caligrafía del espanto, de Rafael Bán Jacobsen, traduzido por Leticia Lorier y Manuela Pequera).
A palavra desta semana é “biquíni”, cujo primeiro registro escrito data de 1947. Em português, conforme o dicionário Houaiss de língua portuguesa versão on-line, “biquíni” denomina um “maiô de duas peças de tamanho reduzido, que cobrem o busto e a parte inferior do tronco”, ou “calcinha feminina de dimensões reduzidas”; em Angola, Moçambique e Guiné-Bissau, uma “cueca ou sunga masculina”. A origem do vocábulo é toponímica, com referência a Bikini, “atol do Pacífico onde se deu, em julho de 1946, uma explosão atômica experimental; provavelmente porque uma mulher de biquíni provocava, na época, o efeito de uma ‘bomba atômica’”. Além disso, no campo de informações etimológicas, o mencionado dicionário explicita que, na França, é marca registrada.

Por sua vez, o Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), versão on-line, indica que o vocábulo é oriundo do inglês, bikini, e este de Bikini, “nombre de un atolón de las Islas Marshall” e ressalta a ocorrência de influência de ‘bi-‘ por alusão às duas peças, informação essa que não consta no dicionário Houaiss. Diferentemente do registrado em português, a definição da palavra no DRAE só contém uma acepção: “prenda femenina de baño compuesta de un sujetador y una braga”.

 

Amanda Duarte Blanco

Pontis número 3

tapa_web_N3-ESPTenemos la satisfacción de compartir con ustedes nuestra tercera edición de Pontis Prácticas de Traducción. En este número, el equipo se embarcó en la traducción de cinco cuentos elegidos de la obra del joven y talentoso escritor brasilero Rafael Bán Jacobsen. En entrevista con él, el autor nos habla de su formación fuera de las letras, su obra y las diferencias entre escribir libros y ser escritor.
Además, en esta edición incluimos un interesante análisis realizado por el Profesor Walter Carlos Costa en relación al «Texto traducido como retextualización».

Esperamos que sea de su agrado. ¡Buena lectura!


 

Temos a satisfação de compartilhar com vocês a terceira edição de Pontis – Práticas de Tradução. Neste número, a equipe se embarcou na tradução de cinco contos escolhidos da obra do jóvem e talentoso escritor brasileiroAnotacionesA Rafael Bán Jacobsen. Na entrevista que tivemos com ele, o autor nos fala de sua formação por fora das letras, da sua obra e das diferenças entre escrever livros e ser escritor.

Ainda nesse número incluímos uma interessante análise realizada pelo Professor Walter Carlos Costa com relação ao “texto traduzido como retextualização”.

Esperamos que seja do seu agrado. ¡Boa leitura!