¿Te das cuenta?1 Pues es siempre así, hijo mío 2, mi mujer es siempre así: a veces quiere, a veces no quiere lo que se le propone, y...
¿Te das cuenta?1 Pues es siempre así, hijo mío 2, mi mujer es siempre así: a veces quiere, a veces no quiere lo que se le propone, y muchas veces hasta lo que ella misma inventa. Por lo demás, estoy convencido de que las resoluciones enérgicas no son frecuentes en las mujeres, quienes para los mínimos actos se pierden en un laberinto de combinaciones. Pero en lo que respecta a perplejidades, la mía les gana a todas; es de tal indecisión que le haría perder la paciencia a un santo de piedra. Si yo fuera de granito, del más duro granito, ya habría volado hecho astillas por los aires; pero, infelizmente, soy de carne. La carne humana se amolda al sufrimiento y a los caprichos de la suerte, mejor que todas las materias de apariencia insensible.
Francamente: hay días en que mi alma me da tantas volteretas dentro del pecho, que ni sé cómo no se me sale por la boca.
Sabes bien que siempre fui un hombre práctico, de fácil orientación y enemigo de las dudas; y me irrita que mi mujer me haga perder la mitad de la vida con sus perplejidades atormentadoras; porque, no te imaginas, ¡es demasiado! Si piensa en dar dos pasos para adelante, en seguida juzga más prudente retrocederlos, de modo que no salimos del mismo lugar.
Reparaste? Pois é sempre assim, filho, minha mulher é sempre assim: ora quer, ora não quer o que se lhe propõe, e até muitas vezes o que ela mesma inventa. De resto, estou convencido de que as resoluções enérgicas não são frequentes nas mulheres, que para os mínimos atos se perdem num dédalo de combinações. Mas a minha vence a todas, no tocante a perplexidades; é de uma indecisão de fazer perder a paciência a um santo de pedra. Fosse eu de granito, do mais duro granito, já teria voado em esquírolas pelos ares; mas, infelizmente, sou de carne. A carne humana amolda-se ao sofrimento e aos caprichos da sorte, melhor que todas as matérias de aparência insensível.
Com franqueza: há dias em que a minha alma me dá tantas cambalhotas dentro do peito, que nem sei como não me salta pela boca fora.
Bem sabes que fui sempre um homem prático, de fácil orientação e inimigo de dúvidas; e irrita-me que minha mulher me faça perder metade da vida com as suas perplexidades atormentadoras; porque, não imaginas, é demais! Se pensa em dar dois passos para a frente, julga logo mais prudente recuá-los, de modo que não saímos do mesmo lugar.
Idealiza con facilidad extrema empresas y negocios casi absurdos, creyendo siempre que las otras personas no hacen mucho más porque no quieren; pero, si trata de poner en ejecución cualquier banalidad, gasta una infinidad de tiempo en discusiones (como esta que acabas de presenciar), que me derriten los sesos, como el fuego derrite la cera.
Las incertidumbres de los tímidos tienen contagios terribles, y esa es una de las causas de mi desesperación. Lo más gracioso, y que tú todavía no sabes, es que quien tuvo la idea e hizo la propuesta de aprovechar hoy el domingo para ir de paseo en auto a Tijuca fue ella; y en seguida que me vio aceptar la invitación, le brotó la primera —objeción—: «¿Pero si llueve?».
Observa y te darás cuenta de que las mujeres se preocupan más por la lluvia que nosotros por la guerra. La llamé a mi escritorio y me tomé el trabajo de examinar el barómetro y de tranquilizarla. Ella todavía parecía poco convencida, mirando el barómetro y mirándome a mí, cuando llegaste. Como habíamos acordado que solamente iríamos después del almuerzo, no alteraste nuestros planes; es más, vendrías con nosotros. El resto, ya viste.
Idealiza com facilidade extrema empresas e negócios quase absurdos, achando sempre que as outras pessoas não fazem muito mais porque não querem; mas, se trata de pôr em execução qualquer banalidade, gasta um tempo infinito em discussões (como esta a que acabaste de assistir), que me derretem os miolos, como o fogo derrete a cera.
As incertezas dos tímidos têm contágios terríveis, e essa é uma das causas do meu desespero. O mais engraçado, e que tu ainda não sabes, é que quem teve a lembrança e fez a proposta de aproveitarmos hoje o domingo para um passeio de automóvel à Tijuca foi ela; e logo que me viu aceitar o convite, saltou-lhe a primeira — objeção: “Mas se chover?”.
Observa e te certificarás que as mulheres se preocupam mais com a chuva de que nós com a guerra. Chamei-a ao meu escritório, dei-me ao trabalho de examinar o barômetro e de tranquilizá-la. Ela ainda parecia mal convencida, olhando, ora para o barômetro, ora para mim, quando chegaste. Como estava combinado que só iríamos depois do almoço, não nos transtornaste os projetos, tanto mais que irias conosco. O resto, viste-o.
Desconfiando del barómetro, dos por tres consultaba las nubes y desgranaba el rosario de temores: «¿No crees imprudente dejar la casa sola con las criadas por tanto tiempo? ¿Y si el auto se rompe en medio del parque?… Yo la montaña a pie no la bajo. ¿Y si precisamente hoy viene Doña Estefania, que hace tiempo promete visitarnos? ¿Y el precio del auto? ¿No representará un sacrificio para nuestras finanzas?».
A medida que facilito las cosas, ella crea nuevos impedimentos: recela una jaqueca… no cree que podamos estar de vuelta para la hora de la cena. Esa es otra de sus manías: la hora exacta de las comidas, ¡como si estuviéramos en un hotel! Los ojos le arden por el deseo de acudir deprisa a los divertimentos que ella misma improvisa, pero al mismo tiempo la lengua le desenvuelve obstáculos que los trastornan.
En esos «ahora voy», «ahora no voy», que a ti pueden parecerte un juego sin consecuencias, se gastan horas suficientes para la ejecución de un trabajo de arte que dé gloria eterna, o para la realización de un negocio que rinda mucho dinero. Es lo que se llama: estropear la juventud.
Sem confiança no barômetro, ela volta e meia consultava as nuvens e desfiava o rosário dos temores: “Não achas imprudente deixar a casa só com as criadas por tanto tempo? E se o automóvel se desarranjar no meio da floresta?… Eu descer a pé a montanha é que não desço. E se exatamente vier cá hoje a D. Estefania, que há tanto tempo nos promete visita? E o preço do automóvel? Não representará isso um sacrifício para nossa bolsa?”.
À proporção que facilito as coisas, ela cria novos embaraços: receia uma enxaqueca… não acredita que possamos estar de volta à hora do jantar. Aí está outra das suas manias: a hora certa das refeições, como se tivéssemos pensão! Os olhos ardem-lhe no desejo de ir depressa para os divertimentos que ela mesma improvisa, mas a língua ao mesmo tempo desenrola-lhe obstáculos que os transtornam.
Nesses: ora vou, ora não vou, que te podem parecer a ti uma brincadeira sem consequências, gastam-se horas suficientes para a execução de um trabalho de arte que dê glória eterna, ou para a realização de um negócio que renda muito dinheiro. É o que se chama — estragar a mocidade.
Si el caso de hoy fuese el único, yo no diría nada; pero, con rarísimas excepciones, es siempre así. A ella le gusta mucho el teatro. No hay mujer a la que no le guste mucho el teatro; pues si invito a la mía para ir a cualquier espectáculo, ella responde vivamente que sí, para luego interrumpir que no… y después indicarme que espere un momento y concluir con esa palabra terrible: «¡quizás!». Este estado de incertidumbre irrita el genio, al mismo tiempo que ablanda la voluntad.
Todavía no pude hacerle comprender a mi mujer que solo las acciones enérgicas tienen la virtud de desdoblar la vida, mientras que las otras la enredan y arrugan.
Un ser indeciso me recuerda a una persona que anda a los saltitos, a veces en un pie, a veces en otro, en vez de caminar rápidamente hacia adelante a pasos regulares y firmes.
—Lo que me parece es que estás casado con una señora de mucha reflexión…
—Pues, no valía la pena que estuvieses tanto tiempo callado para salir con esa bobada. Ciertamente mi mujer tiene mucho juicio. Ni yo viviría con ella si no la considerara así. Simplemente, ella se excede en ponderaciones…
Se o caso de hoje fosse único, eu não diria nada; mas, com raríssimas exceções, é sempre assim. Ela gosta muito de teatro. Não há mulher que não goste muito de teatro; pois se convido a minha para irmos a qualquer espetáculo, ela responde vivamente que sim, para logo atalhar que não… e depois acenar-me que espere um momento e concluir com esta palavra terrível: “talvez!”. Este estado dúbio irrita os gênios, ao mesmo tempo que amolece a vontade.
Eu ainda não pude fazer compreender à minha mulher que só as ações enérgicas têm a virtude de desdobrar a vida, enquanto as outras a enrolam e amarrotam.
Uma criatura indecisa faz-me lembrar uma pessoa que ande aos pulinhos, ora num pé, ora noutro, em vez de caminhar logo para a frente em passadas regulares e firmes.
— O que me parece é que és casado com uma senhora de muita reflexão…
— Ora, não valia a pena estares tanto tempo calado para te saíres com essa tolice. Certamente que minha mulher tem muito juízo. Nem eu viveria com ela se a não considerasse assim. Somente, ela excede-se em ponderações…
—¿Crees que eso sea un mal?
—Creo que si antes de ejecutar cualquier acto, incluso el más insignificante y permitido del mundo, lo pesamos tan escrupulosamente como el almacenero pesa la manteca que vende, lo reducimos a bien poca cosa, o a cosa ninguna.
Es lo que acaba de ocurrirle al paseo a Tijuca. Se derritió como la manteca. ¿Pues quieres saber cuántas veces fui hasta el teléfono para encargar el auto? Cuatro.
¿Sabes cuántas veces fui hasta el teléfono para cancelar que el mismo auto viniera a buscarnos? Otras cuatro.
Cuando mi mujer se dio cuenta de que su última negativa había sido la definitiva, se entristeció. Percibí su arrepentimiento; la veía mirar el cielo en una última consulta y suspirar. Nunca el cielo estuvo tan azul. Si yo hubiese querido, habría sido fácil convencerla, pero estaba cansado. Lo peor es que yo había hecho planes, que tuve que abandonar por ese paseo, que no se hizo. Había decidido ir a buscar a Ramos…
—¿Por qué no tuviste la franqueza de decirle eso mismo a tu mujer?
— Crês que isso seja um mal?
— Creio que, se antes de executar qualquer ato, mesmo o mais insignificante e permitido do mundo, o pesamos tão escrupulosamente como o vendeiro pesa a manteiga que vende, reduzimo-lo a bem pouca coisa, ou a coisa nenhuma.
É o que acaba de acontecer ao passeio à Tijuca. Derreteu-se como a manteiga. Pois queres saber quantas vezes fui ao telefone encomendar o automóvel? Quatro.
Sabes quantas vezes fui ao telefone dispensar o mesmo automóvel de vir buscar-nos? Outras quatro.
Quando minha mulher percebeu que a sua última recusa tinha sido definitiva, entristeceu-se. Percebi-lhe o arrependimento; via-a olhar para o céu numa última consulta e suspirar. Nunca o céu esteve tão azul. Se eu quisesse então, seria fácil decidi-la, mas estava cansado. O diabo é que eu formara os meus planos, que tiveram de ser abandonados por esse passeio, que não se fez. Tinha decidido ir procurar o Ramos…
— Por que não tiveste a franqueza de dizer isso mesmo à tua mulher?
—Porque ella se habría lamentado, luego a la noche y mañana hasta la tarde, por no haber realizado su paseo lindo y saludable, solo por una reunión de hombres. A mí me gusta que ella se divierta.
—¿Pero entonces por qué no la convenciste de ir?
—Porque, cuando lo lograra, ya sería tarde.
Las mujeres se persuaden de que el tiempo es de goma y puede ser estirado al gusto de cada uno. Calcular la duración de los minutos es una operación que pocas ejecutan bien; podría decirse que esperan que el tiempo las sirva. Es la falta de ocupaciones metódicas que les genera esa suposición. ¿Conoces objeto más inútil que un reloj de mujer? El de la mía solo trabaja cuando le doy cuerda. Sé que hay excepciones, pero esta es la regla, y me juzgo con el derecho de afirmar que, si hay innúmeros maridos que, así como yo, ajustan los relojes de sus esposas, no hay tal vez ni una esposa que haga lo mismo con el de su marido. Conocí a un desgraciado que, antes de salir para su trabajo, ajustaba todas las mañanas, además del suyo, siete relojes: el de la mujer y el de cada una de sus seis hijas.
— Porque ela se lamentaria, logo à noite e amanhã até a tarde, de não ter realizado o seu passeio lindo e higiênico, só por amor de uma visita entre homens. Eu gosto que ela se divirta.
— Mas então por que não a convenceste de ir?
— Porque, quando o conseguisse, já seria tarde.
As mulheres persuadem-se de que o tempo é de borracha e pode ser esticado ao gosto de cada um. Calcular a duração dos minutos é uma operação que raras executam bem; dir-se-ia que esperam que o tempo as sirva. É a falta de ocupações metódicas que lhes gera essa suposição. Conheces objeto mais inútil do que um relógio de mulher? O da minha só trabalha quando eu lhe dou corda. Sei que há exceções, mas esta é a regra, e julgo-me com o direito de afirmar que, se há inúmeros maridos que, assim como eu, acertam os relógios das esposas, não há talvez nem uma esposa que faça o mesmo ao do marido. Conheci um desgraçado que, antes de sair para o seu emprego, acertava todas as manhãs, além do seu, sete relógios: o da mulher e o de cada uma das suas seis filhas.
¡Parece que esto constituía para él una especie de diversión! Solamente en la vejez es que las señoras observan con exactitud el correr de las horas. Es que entonces el tiempo ya no espera por ellas…
—Me pareció escuchar a la tuya llamarte.
—Debe ser para decirme que, si hubiésemos ido a Tijuca, estaríamos allá arriba disfrutando esta magnífica puesta de sol y que finalmente Doña Estefania no vino. Como si la culpa fuera mía.
—Tal vez no sea para eso; en todo caso, me despido. Antes, sin embargo, dime solo una palabra con respecto a la política: ¿aceptas o no la comisión de la Cámara?
—Hombre, si quieres que te hable con franqueza… no sé… Por un lado, la cosa me conviene; por otro, no tanto… ¿Podrás creer que esta noche mal pude dormir pensando en eso? ¿Qué harías tú en mi lugar?
—Aceptaría, sin dudas.
—¿Sí?… pues yo no sé… ¡estoy en un estado de perplejidad horrible!
Traducido por Mayte Gorrostorrazo.
Isto parece que constituía para ele uma espécie de divertimento! Só na velhice é que as senhoras observam com exatidão o correr das horas. É que então o tempo já não espera por elas…
— Pareceu-me ouvir a tua chamar-te.
— Há de ser para dizer-me que, se tivéssemos ido à Tijuca, estaríamos lá de cima gozando este poente magnífico e que afinal a D. Estefania não veio. Como se a culpa fosse minha.
— Talvez não seja para isso; em todo caso digo-te adeus; antes, porém, diz-me só uma palavra a respeito de política: aceitas ou não a comissão da Câmara?
— Homem, se queres que te fale com franqueza… não sei… Por um lado, a coisa convém-me; por outro, não tanto… Hás de crer que esta noite mal pude dormir pensando nisso? Que farias tu no meu lugar?
— Aceitaria, sem hesitação.
— Sim?… pois eu não sei… estou numa perplexidade horrível!