Júlia Lopes de Almeida (Rio de Janeiro, 1862-1934) se destacó en el escenario literario y en la prensa periódica brasileros desde la última década del siglo XIX hasta su muerte y fue una de las protagonistas de la escritura de mujeres de la época. Hoy, la revisión del canon ha recuperado el papel y la importancia de las obras literarias de mujeres que quedaron a la sombra de la sesgada historiografía literaria brasilera. Aunque las mujeres hayan desempeñado un papel relevante en la producción de ese período, se debe destacar que no fue sin obstáculos y dificultades.
La posición ocupada por Júlia Lopes, y otras pocas escritoras, en la prensa periódica de la época era inusual. Ella colaboró muchos años en uno de los principales diarios de Brasil, el republicano y abolicionista O Paiz (Rio de Janeiro). Sus crónicas semanales eran publicadas en la primera página del diario, a la izquierda, espacio privilegiado y de gran visibilidad, que prueba la posición de prestigio y respeto de la autora en el ambiente intelectual y literario eminentemente masculino.
Ese espacio noble de cualquier diario —por no decir «prohibido a las mujeres»— otorgado a sus textos era atípico, porque la socialización de las mujeres letradas las conducía, desde temprano, a papeles sociales otros que no eran el de escritora. En una entrevista a João do Rio, Júlia habla sobre su placer precoz en el arte de escribir y también se refiere a un «placer prohibido», intensificado por el miedo a ser «descubierta». En un primer momento, la confesión de la autora parece revelar el miedo común
a las escritoras de la época en contextos familiares sabidamente desfavorables a la escritura:
[...] de muy joven hacía versos. ¡Ah! No imaginas con qué encanto. ¡Era como un placer prohibido! Sentía al mismo tiempo la delicia de componerlos y el miedo de que terminaran siendo descubiertos. Me encerraba en el cuarto, bien encerrada, abría el escritorio, extendía por la albura del papel una porción de rimas…De repente, un susto. Alguien golpeaba la puerta. Y yo, con la voz contenida, dando vuelta la llave del escritorio: ¡ya va, ya va! A mí siempre me parecía que, si se enterasen de esos versos, se vendría el mundo abajo. Un día, sin embargo, estaba muy entretenida en la composición de una historia, una historia en versos, con descripciones y diálogos, cuando sentí por detrás de mí una voz alegre: —¡Te agarré, jovencita! —. Me estremecí, puse las dos manos encima del papel, en un intento de defensa, pero no me fue posible. Mi hermana, agitando triunfalmente la hoja y muriendo de risa, pregonaba: —¿Entonces la jovencita hace versos? ¡Voy a mostrárselos a papá!
—¡No le muestres! —¡Le muestro!
—Vas a hacer que se enoje conmigo. ¡No seas mala!1
(Rio, 1994, pp. 28-29.)
Sin embargo, la escritora carioca recibió total apoyo de su padre. Un caso excepcional en aquel contexto: su estreno en la carrera de escritora, en el año 1881, con el artículo sobre la actriz italiana Gemma Cuniberti en la Gazeta de Campinas, fue a pedido del padre:
Al día siguiente fuimos a ver a Gemma Cuniberti, ¿te acuerdas? Una niña genial. Cuando salimos del espectáculo, mi padre me dió su brazo. —¿Qué te parece Gemma? —Un gran talento. —¡Imagínate! Castro me pidió un artículo al respecto. ¡Estoy tan ocupado ahora! Pero el hombre insistió, hija, insistió tanto que no hubo remedio. Le dije: no lo hago yo, pero lo hace Júlia…2
(Rio, 1994, p. 29.)
Júlia relata que todo no había pasado de una «dulce invención» del padre, pues Castro no había exigido ningún artículo. Esta pequeña narrativa nos ayuda a comprender la inserción privilegiada de la escritora en un ambiente familiar favorable y estimulante para la producción y publicación de sus textos. A partir de allí, comenzó a recibir invitaciones para escribir en varios periódicos. Vale destacar la revista A Semana, editada por el poeta portugués Francisco Filinto de Almeida (1857-1945), con quien Júlia se casó y tuvo tres hijos —Afonso, Albano y Margarida—. De Filinto, además del crucial apoyo, recibió la admiración que el marido sentía por la escritora.
Dueña de una obra vasta y variada, Júlia Lopes de Almeida escribió novelas, cuentos, teatro, crónicas, obras didácticas y literatura infantil. Su estreno como novelista fue en el año 1888, con la publicación de Memórias de Marta en el folletín de Tribuna Liberal (Rio de Janeiro), de 1888 a 1889 (en libro, 1899). Después, publicó A família Medeiros (1892), A viúva Simões (1897; en folletín, 1895), A falência (1901), A intrusa (1908; en folletín, 1905), Cruel amor (1911; en folletín, 1908), Correio da roça (1913; en folletín, 1909 a 1910), A Silveirinha (1914; en folletín, 1913), Pássaro tonto (edición póstuma, 1934) y O funil do Diabo (s/d)3. En coautoría con Filinto de Almeida, escribió la novela A casa verde, publicada en folletín, en el Jornal do Commercio (Rio de Janeiro), de 1898 a 1899, bajo el seudónimo de A. Julinto (en libro en 1932 por la Companhia Editora Nacional). Con su hermana, la poetisa Adelina Lopes Vieira, escribió en 1886 Contos infantis4, libro destinado al uso en las escuelas primarias.
Otra faceta de la obra de Júlia Lopes fueron textos dirigidos a las mujeres, momento en el que se autodenomina «D. Júlia», una especie de consejera sabida, que desempeña la atribución típicamente esperada o prescrita a las escritoras de aquella época5. Estos textos fueron publicados en forma de manuales. El primero, Livro das noivas (1896), es orientado a las jóvenes inexperientes prontas a casarse. El segundo, Livro das donas e donzelas (1906), es dirigido a las mujeres más maduras, madres y esposas, para las cuales D. Júlia hace prescripciones de vestimenta, vida social, cultivo de flores, educación de los hijos, etc.
Colaboradora en el diario O Paiz por muchos años, Júlia mantuvo la columna semanal «Dois dedos de prosa» [Dos dedos de prosa]. Aunque la columna haya sido publicada de forma continua, no siempre mantuvo estricta regularidad semanal. Una de las razones es la necesidad de la escritora de viajar o de acompañar los viajes del marido. Ya destacamos el lugar de cabecera ocupado por esta publicación y el lugar de relevancia de la columna, en su primera página. Por no ser un diario dirigido al público femenino, las crónicas retrataban una agenda de interés más amplia y vasta.
Es posible encontrar los más variados temas y ver cómo algunos de ellos permanecen actuales. Las crónicas de Júlia Lopes de Almeida no dejan de esconder la erudición y refinamiento de la autora. Su visión del mundo es crítica y perspicaz. Sus experiencias en el exterior permiten la comparación de la situación de Brasil en relación a la de otros países más desarrollados. Ejemplo de eso está en la crónica del 19 de enero del año 1909, en la que Júlia compara el comportamiento de la policía brasilera con el de la inglesa:
¿Cuál será el medio para civilizar a nuestros policías uniformados y de transformarles los impulsos nativos en acciones de prudencia y de respeto ajeno y propio? ¿Por qué procesos Inglaterra logró su policía modelo, que infunde a nacionales y extranjeros, ya sea que vivan en la capital toda la vida o apenas le atraviesen un día sus calles tumultuosas, tamaña confianza en la justicia de la autoridades y en el orden de la sociedad?6
(Lopes, «Dois dedos de prosa», O Paiz, 19/1/1909.)
La cronista ve la educación como la única solución para los problemas del país y afirma que «[...] la civilización de la ciudades se mide por la policía que tienen»7. De esa forma, ella apuesta a la transformación de la policía, que debe ser una defensa y no un peligro: «El organismo de la policía no puede ser solo constituido por la fuerza física, sino también por la fuerza moral, que da prestigio, mantiene la calma en la cólera y la serenidad frente a las provocaciones».8
Los «Dois dedos de prosa» de Júlia funcionaron como un espacio de reclamo de los «intereses del vecino». En la crónica del 25 de agosto de 1908, Júlia trata temas como el agua, la desigualdad social y el desarmamento. Sobre este último, ella se muestra a favor: «Lamentablemente, sí, porque ¡cuántos y cuántos crímenes son cometidos sin premeditación, solo por el recurso que en un momento de desvarío impulsivo un individuo encuentra en el cuchillo puntiagudo que trae oculto en la sisa del chaleco o en el revólver cargado que le pesa en el bolsillo trasero del pantalón!»9. Sorprende al lector de hoy percibir que el tenor de esas crónicas, que retrataban el cotidiano del inicio de las primeras décadas del siglo XX, continúa válido en la agenda del debate actual.
Júlia Lopes también se dedica a la crítica literaria y artística. No es extraño que la escritora comente y evalúe obras de teatro, exposiciones de arte, conciertos musicales y libros de literatura. Júlia vive la efervescencia cultural de la capital del país, Rio de Janeiro, y demuestra ser una espectadora refinada.
En la crónica del 13 de julio de 1909, ella anuncia la inauguración del Theatro Municipal do Rio de Janeiro, que ocurriría un día después. En la crónica siguiente, el 20 de julio de 1909, emite su opinión sobre el nuevo teatro. Entusiasmada escribe: «Bendito dinero el que se gastó en esos mármoles, esas pinturas, en el ónix esmeraldino de los pasamanos, en los bronces y en los cristales de las lámparas, y en la ejecución de su plano bellísimo. La ciudad está radiante; tiene un título más de glorias para la admiración del extranjero y de orgullo para la satisfacción propia».10
Júlia Lopes de Almeida fue una escritora con diversas facetas: cuentista, novelista, consejera de mujeres y, tal vez la faceta menos conocida, cronista. La Júlia que publica en unos de los más importantes periódicos de la época y revela su mirada observadora y crítica de los eventos cotidianos y citadinos es muy diferente de aquella de los manuales para mujeres. En las crónicas, su lectura nos transporta al imaginario de la Belle Époque carioca. Así, como muchas otras escritoras, Júlia Lopes de Almeida contribuyó con el acervo de las Letras en Brasil, pero quedó a la sombra de la historia literaria nacional, que silenció la participación femenina. Por ello, es importante y necesario el rescate de la memoria femenina, redimensionando la magnitud y calidad de la actuación de las mujeres en la literatura, la política y el escenario cultural e intelectual de diferentes épocas, atendiendo una mayor igualdad.
Notas
1 Traducción de Pontis.
2 Traducción de Pontis.
3 La Editora Mulheres (Florianópolis) ha desempeñado un papel fundamental en la reinserción de Júlia Lopes de Almeida en el canon literario al reeditar buena parte de su obra. O funil do Diabo acaba de ser reeditado (2015) por Zahidé Muzart. Otros títulos de la autora relanzados por la Editora Mulheres son: A Silveirinha (1997), A viúva Simões (1999), A falência (2003), Memórias de Marta (2007), A Família Medeiros (2009), Pássaro Tonto (2013), Ânsia eterna (2014), Correio da roça (2014) y Cruel amor (2015).
4 Es interesante destacar la importancia de esta obra para el momento inicial del proceso de formación de la literatura infantil en Brasil. Las hermanas Lopes mezclan literatura escolar, con fines didácticos, y literatura infantil, de disfrute e imaginación, sin fines pedagógicos. Adelina escribe versos y Júlia es responsable de la prosa. Mientras el nombre de Júlia Lopes de Almeida ya nos es familiar, Adelina permanece, todavía, a la sombra del discurso crítico-literario.
5 Esta orientación dual no se perdió con Júlia Lopes y fue actualizada con Clarice Lispector, que también escribió textos en
este estilo en su fase inicial, desempeñando el papel típico atribuido a las escritoras mujeres. No sin extrañamiento, el lector de las complejas e innovadoras novelas y cuentos de Clarice Lispector se depara con esa faceta de la escritora. Bajo diferentes seudónimos —Helen Palmer, Teresa Quadros e Ilka Soares—, Lispector publicó textos en la prensa periódica brasilera (en los diarios Comício, Correio da Manhã y Diário da Noite), destinados a las mujeres, con recetas, recomendaciones domésticas, de etiqueta y belleza, consejos variados, como qué hacer para mantener el matrimonio, agradar al marido, educar a los hijos, etc. Esos textos fueron reunidos, recientemente, en dos libros: Correio Feminino (2006) y Só para mulheres (2008). La diferencia entre ambas tal vez sea el hecho de que Clarice Lispector se sometió a ese oficio por una necesidad financiera, mientras que Júlia Lopes probablemente lo hizo por adhesión normativa, por pertenecer a una generación de escritoras mujeres que no se permitían el abandono completo de esa orientación en el oficio de escritora.
678910 Traducción de Pontis.
Referencias
ALMEIDA, Júlia Lopes de. Gemma Cuniberti. Gazeta de Campinas: Campinas (SP), 7 de diciembre de 1881.
_______. «Dois Dedos de Prosa». O Paiz. Rio de Janeiro, 25 de agosto de 1908.
_______, _________. O Paiz. Rio de Janeiro, 19 de enero de 1909.
_______, _________. O Paiz. Rio de Janeiro, 13 de julio de 1909.
_______, _________. O Paiz. Rio de Janeiro, 20 de julio de 1909.
RIO, João do. «Um lar de artistas». En: RIO, João do. O momento literário. Rio de Janeiro: Fundação Biblioteca Nacional, Dep. Nacional do Livro, 1994 (Colección Raul Pompeia, vol. 1).
Traducido por Leticia Lorier.
Anna Faedrich
Anna Faedrich es investigadora residente en la Fundación Biblioteca Nacional (Brasil), posdoctorada en Estudios de Literatura por la Universidade Federal Fluminense (Brasil). Profesora suplente de la Universidade do Estado do Rio de Janeiro, en el Departamento de Literatura Brasileña y Teoría de la Literatura.