José Hugo Burel Guerra nació el 23 de marzo de 1951 en la ciudad de Montevideo. Criado en el barrio Goes, desde temprana edad mostró interés por el dibujo y las artes plásticas. Cursó estudios universitarios de abogacía e incursionó en el mundo de la música, específicamente del rock. Es escritor, diseñador gráfico, periodista, creativo publicitario y licenciado en Letras, y su principal medio de vida fue, por muchos años, la publicidad.
Entre cuentos y novelas, lleva publicados más de veinte libros. Es también dramaturgo, y una de sus novelas, El corredor nocturno, fue llevada al cine en 2009. Entre los diferentes premios nacionales e internacionales que ha recibido a lo largo de su carrera se destacan: Premio Juan Rulfo de Radio Francia Internacional (París, 1995), Premio Lengua de Trapo de Novela (Madrid, 2001), Premio de Inéditos del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) (1995), Premio Bartolomé Hidalgo (2004, por la novela Los inmortales), Premio Nacional de Literatura, categoría narrativa, del MEC (2007 y 2009, por El corredor nocturno y El desfile salvaje, respectivamente). En 2002, con su novela El guerrero del crepúsculo, fue
finalista del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos. En 2008 obtuvo el Premio Florencio al mejor texto de autor nacional por La memoria de Borges, obra teatral interpretada por Roberto Jones.
Su obra (y en particular las novelas El corredor nocturno, El guerrero del crepúsculo y Tijeras de plata) fue objeto de la tesis doctoral del italiano Giuseppe Gatti para la Universidad de Salamanca, estudio galardonado con el Premio Extraordinario de Doctorado por dicha universidad en diciembre de 2011.
En 2014 publicó la novela El caso Bonapelch, que fue distinguida con El Libro de Oro de la Cámara Uruguaya del Libro por ser la obra de ficción nacional más vendida. Su última novela, Montevideo noir, fue publicada en 2015 y lo consagró como exponente del género novela negra. En el mismo año, además, fue nombrado para integrar la Academia Nacional de Letras del Uruguay.
Hugo Burel amablemente conversó con Pontis acerca de su obra y sus influencias.
Periodista, publicitario, diseñador gráfico, licenciado en Letras; has comentado en diferentes entrevistas que el libro El hacedor, de Jorge Luis Borges, sirvió de impulso para tu carrera como escritor. ¿Sentís que siempre tuviste la vocación de escribir o se despertó con los años, gracias a la lectura de grandes referentes de la literatura, como Borges?
La lectura de El hacedor fue decisiva para que descubriese mi vocación por la escritura, y la lectura de Borges y de otros grandes maestros contribuyó a que esa vocación se desarrollase, pero si no hubiera tenido algo que decir a través de la escritura —en el sentido de necesidad no canalizable de otra manera—, no hubiera pasado aquello de un impulso. Desde que me puse a escribir no he parado de hacerlo y, con dificultades, dudas, fracasos y grandes esfuerzos, en algún momento encontré mis temas, mi manera de contarlos, mi mundo a través de la escritura. Noventa por ciento esfuerzo, diez por ciento de lo otro, que no puedo definir todavía.
En entrevista para Café Literario de Televisión Nacional Uruguay (TNU), comentás que cada historia tiene infinitas posibilidades de interpretación según los lectores que acceden a ella. Teniendo esto en vista, ¿qué significa que tu obra sea traducida?
Toda traducción amplía el horizonte de una obra, permite que esa obra llegue a más lectores, coteja esa obra con las de otra cultura a la que esa lengua de la traducción representa. Eso significa que la obra se dispara en otra dirección y con otros lectores.
Son más de veinte los libros de narrativa que has publicado, entre cuentos y novelas. Para nuestra revista elegimos cuatro cuentos de tu autoría para traducir. ¿En qué rol de autor te sentís más cómodo: en el de novelista o en el de cuentista?
Como dijo Cortázar, empleando una metáfora pugilística, mientras la novela gana por puntos, el cuento lo hace por knock out. Esa es la diferencia en la escritura. Un cuento, por lo general, se escribe de un tirón o en un tiempo breve, mientras que la novela insume más tiempo y permite utilizar otros recursos narrativos. Por eso hay temas de cuento y otros de novela. El escritor sabe a qué género pertenece una idea que quiere escribir. Me siento cómodo en los dos.
Si tuvieras que clasificar tus cuentos dentro de una corriente o escuela literaria, ¿cuál sería?
Creo que integran el género fantástico algunos. Otros son más realistas o también simbólicos. No me preocupa demasiado a qué género pertenecen, sino la capacidad que tienen de transmitir algo que no deje al lector igual a como era antes de leerlos. El cuento siempre tiene que conmoverte o asombrarte, dejarte inquiero o pensando.
Tu novela El corredor nocturno fue llevada a la pantalla grande en el año 2009, bajo la dirección de Gerardo Herrero. ¿Cómo fue esta experiencia? ¿Qué sensaciones se despiertan al ver cómo cobran vida personajes y situaciones que salieron de tu pluma?
Como experiencia fue muy enriquecedora desde todo punto de vista. Participé del rodaje, conocí a los actores, estuve involucrado en el proceso creativo, pese a que no escribí el guion. Sin duda lo más removedor fue escuchar los diálogos de mi novela dichos por los actores, ver cómo ellos encarnaban a los personajes que yo había creado. Para alguien que creció viendo cine es una experiencia muy fuerte.
Cuando escribís una obra para teatro, como en el caso de La memoria de Borges, por ejemplo, ¿el proceso de escritura es diferente? ¿Tenés en cuenta otros elementos que no considerás al escribir cuentos o novelas?
La escritura siempre es la misma, un proceso misterioso e interior que te va llevando y por un tiempo te compromete y te invade sin que puedas evitarlo. La dramaturgia, a diferencia de la escritura de cuentos o novelas, implica, además, un proceso colectivo que involucra director, actores, escenógrafos, etc. Esa es la diferencia sustancial. En eso se parece a la escritura de un guion cinematográfico.
Montevideo Noir, tu última novela, es un thriller ambientado en la Montevideo de los años 60 que reafirma tu nombre entre los representantes del género novela negra. Contanos un poco de qué se trata este género y qué tiene de atractivo para vos como escritor.
Es un género con leyes muy específicas que necesita, además, de lectores cómplices. Es un género que funciona como un formato en el que podés incluir, en lo temático, ciertas dosis de comentario social, de reflexión sobre muchos temas que implican una mirada que no es complaciente con la realidad. Pero además se necesitan argumentos que funcionen y pretexten una trama que interese al lector y lo involucre en el suspenso, en el misterio y en la resolución de esa trama que, necesariamente, debe atrapar.
Sabemos que sos aficionado a la música y fanático de los Beatles. ¿Considerás que la música que escuchás ha tenido alguna influencia o ha servido de inspiración para tu obra en algún punto?
La música forma parte de la realidad. En una trama novelesca puede incluirse, y, de hecho, habitualmente lo hago, pero no me inspira un argumento, solo lo completa.
¿Estás trabajando en alguna novela o algún otro tipo de obra literaria en este momento?
Siempre estoy trabajando en algo, pero nunca lo menciono hasta que no está terminado. Es algo en proceso que ni siquiera tiene título.
Te agradecemos mucho por la entrevista, ha sido un placer.
Obras
El guerrero del crepúsculo. Madrid, Editorial Lengua de Trapo, 2002. Finalista del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos.
Los inmortales. Montevideo, Alfaguara, 2003. Premio Bartolomé Hidalgo (2004).
El corredor nocturno. Montevideo, Alfaguara, 2005. Premio de Narrativa del Ministerio de Educación y Cultura (2007).
El desfile salvaje. Montevideo, Alfaguara, 2007. Premio de Narrativa del Ministerio de Educación y Cultura (2009).
El caso Bonapelch. Montevideo, Alfaguara, 2014. Premiado con El Libro de Oro de la Cámara Uruguaya del Libro.
Montevideo noir. Montevideo, Alfaguara, 2015.