Beatriz Sosa Martínez
Con este trabajo se pretende, en primer lugar, visibilizar algunos conceptos planteados por Berman con respecto al trabajo del traductor: formular un proyecto, ajustarse a él, realizar una autocrítica de los resultados y, en particular, ser fiel a ese proyecto. En segundo término, se propone destacar el concepto de la crítica de la traducción y el más actual de Venuti referente a una cultura de la traducción, y plantear la idea de la traductología como interdisciplina o materia autónoma. Los conceptos teóricos manejados se ilustrarán con fragmentos de un proyecto académico.
Como disciplina académica autónoma o interdisciplina, la traductología (o estudios de traducción, como se la denomina en la tradición anglosajona) surgió en la segunda mitad del siglo XX y se ha estado desarrollando durante los últimos 50 o 60 años. Se ha consolidado en las carreras universitarias de traducción de grado y de posgrado, que han proliferado y dedican varios cursos al estudio traductológico como base para la formación del traductor profesional.
Por otra parte, se han multiplicado los estudios traductológicos en publicaciones y trabajos académicos teóricos, por ejemplo, se han desarrollado distintos enfoques (Hurtado), teorías (Reiss y Vermeer), escuelas (Even-Zohar), modelos (Toury), vertientes y giros ideológicos (Basnett y Lefevere).
De todas las lecturas de autores que han forjado una visión sobre la traducción y la traductología, quizás ninguna haya dejado una huella tan profunda como la de Antoine Berman. En primer lugar, por el gran aporte que significa su concepción de proyecto de traducción y, en segundo lugar, porque aboga por una crítica ética de la traducción. Berman, con su obra, al centrarse en el aspecto ético que da la traductología a la traducción, se yergue como una referencia ineludible. Con su trascendente concepto de proyecto de traducción, proporciona una estructura y un andamiaje para la labor del traductor y para sus decisiones, y aporta un marco con cabida para las distintas tendencias y escuelas.
Transcurridos 32 años del fallecimiento de Berman, su influencia y su pensamiento parecen diluirse en los estudios de traducción actuales, en particular en la tradición anglosajona. La única excepción es, aparentemente, Lawrence Venuti, quien, además de no haber olvidado a Berman, redobla la apuesta e introduce un concepto importante de una cultura de la traducción.
En 1984, Berman publica Épreuve de l'étranger, traducida al inglés como The experience of the foreign por S. Heyvaert, y por Ricoeur al español como La prueba del extranjero. En esta obra Berman plantea que la traducción es una prueba para la cultura de destino, al experimentar lo foráneo de la palabra y del texto, y una prueba del desarraigo del texto extranjero de su contexto original.
Berman lamenta la tendencia general a negar lo extranjero en la traducción cuando se aplica la naturalización (que posteriormente Venuti denomina «familiarización», al igual que Umberto Eco). Sostiene que lo ético es mantener lo foráneo como tal y que existe un «sistema de deformación textual» que impide el paso a lo extranjero. En consecuencia, considera que es inherente e inevitable el efecto de estas fuerzas etnocéntricas que determinan el deseo o la pulsión por traducir, y que hace falta tomar conciencia de estas tendencias, a las cuales llama «deformantes». Identifica, entonces, las siguientes tendencias deformantes: racionalización, aclaración, expansión, ennoblecimiento, empobrecimiento cualitativo, empobrecimiento cuantitativo, destrucción de los ritmos, destrucción de las redes subyacentes de significación, destrucción de patrones lingüísticos, destrucción o exotización de redes vernáculas, destrucción de expresiones y frases hechas, apagamiento de la superposición de las lenguas.
Podría decirse que este análisis negativo de Berman sobre la traducción se contrarresta con su análisis positivo cuando propone el tipo de traducción que se necesita para reproducir lo extranjero en el texto traducido. Este teórico habla de la traducción de la letra y su trabajo es trascendental para vincular ideas filosóficas con estrategias de traducción, lo que ilustra con múltiples ejemplos de traducciones existentes. Su análisis de la ética de la traducción constituye un notable contrapunto con muchos trabajos anteriores sobre traducción literaria.
En 1988, Berman ensaya por primera vez una definición de proyecto de traducción:
En una traducción lograda, la unión de la autonomía y la heteronomía puede provenir solamente de lo que podría denominarse un proyecto de traducción, un proyecto que no necesariamente tiene que ser teórico… El traductor puede determinar a priori qué grado de autonomía o heteronomía dará a su traducción y puede hacerlo a partir de un preanálisis. Y utilizo la palabra «preanálisis» porque uno nunca analiza realmente un texto antes de traducirlo. (Berman, 2009, págs. 59-60)
Posteriormente, en su libro Pour une critique des traductions: John Donne, abunda sobre este concepto y explica que toda traducción congruente se realiza con un proyecto o con un objetivo articulado. El proyecto o la aspiración del traductor se encuentra determinado por la posición traductora y lo que exige cada trabajo. El proyecto define la manera en que el traductor realizará la traslación, y la elección del modo y el estilo.
Berman considera que las formas de un proyecto de traducción son múltiples: puede tratarse de algo general y claramente descrito, con una teoría elaborada como proyecto global, y también puede ser algo expresado muy brevemente. Agrega que, en definitiva, la verdad del proyecto radica en la propia traducción, que es donde se hace realidad, y que la traducción no es más que la realización del proyecto. Con total lucidez, advierte que no debe confundirse la noción de proyecto teórico con un plan detallado a priori, puesto que si se trata de algo fijo y exhaustivo, existe el riesgo de que sea rígido y dogmático. Explica que la existencia de un proyecto no contradice el carácter intuitivo e inmediato de la traducción, que es también una actividad muy reflexiva.
La posición del traductor y su proyecto se encuentran en el marco de lo que Berman llama el horizonte del traductor, definido como «una serie de parámetros lingüísticos, literarios, culturales e históricos que determinan los sentimientos, la actuación y el pensamiento del traductor» (Berman, 2009, p. 63); es el lugar desde el cual se traduce.
Berman desarrolla la idea del horizonte del traductor, y expresa que se refiere «a la experiencia, al mundo, a la acción, a la descontextualización y recontextualización, más ligados a la hermenéutica moderna» (Berman, 2009, p. 64) que a los conceptos funcionales de los modelos formales o de análisis, que permiten captar mejor la dimensión traductora.
En resumen, sostiene que la trayectoria del traductor está definida y se articula en tres etapas: la posición traductora, el proyecto de traducción y el horizonte de la traducción, que no se dan en una forma lineal y sucesiva. Si bien el horizonte suele ser preliminar, la posición y el proyecto no pueden separarse con facilidad. El proyecto se analiza primero con la lectura de la traducción (el traductor se expresa en la traducción) y luego con la evaluación de la traducción, del original y de la ejecución del proyecto.
A continuación, se presenta una selección de fragmentos de un proyecto académico de traducción para ilustrar este breve resumen del pensamiento bermaniano con una de las experiencias de tutoría y docencia que dieron lugar a traducciones respaldadas por proyectos. Los proyectos, a su vez, exhiben que hay cabida en ellos para aplicar muchos otros recursos traductológicos de distintos teóricos.
El objetivo de esta selección es exhibir una experiencia de aplicación práctica de las ideas de Berman en un proyecto, cuya traducción lograda valida el camino planteado por dicho autor. No se anexa la traducción, sino fragmentos en los cuales los traductores, por un lado, explican la importancia de haber contado con un proyecto y, por otro, muestran cómo se valieron de la apoyatura de otros muchos teóricos de la traductología. Es posible que el lector identifique textos mencionados en la parte anterior de este artículo en los que se resume el pensamiento bermaniano, lo cual, lejos de resultar repetitivo, reafirma cuánto llegaron a valorar esta teoría quienes la aplicaron a un proyecto académico preciso.
Nin y Schonebohm1, en su proyecto, luego de exponer su metodología de trabajo, la elección y la descripción del texto, las referencias al autor y a sus obras, su pensamiento e influencia, comenzaron un análisis de la escritura del autor. Allí analizan la intertextualidad y las referencias, los paratextos identificados, el registro de lengua, el plano fónico, morfosintáctico, lexicosemántico y los recursos estilísticos. A continuación concluyen acerca de ese análisis textual:
Sobre la base de los elementos lingüísticos y estilísticos expuestos intentamos una clasificación del ensayo de Thomas Berry. Consideramos que muchos textos contienen señales características que pueden operar como indicadores. Una de estas señales es la forma en que un texto está organizado. […]
A nivel del lenguaje utilizado y los recursos estilísticos empleados, el texto se inscribe en el registro de la norma estándar o culta, con un léxico científico, cuidadosamente elegido en el campo de la investigación filosófica y teológica que no incursiona —salvo una excepción— en el registro coloquial. Los elementos expuestos —fónicos, morfosintácticos y de estilo— nos llevan a caracterizar el ensayo The New Story mayoritariamente como un texto de argumentación, cuya parte final da paso a la instrucción o el exhorto.
Este proyecto bermaniano de traducción da cabida a muchos recursos teóricos en el análisis del texto de origen:
Cumplidas las fases de elección del texto para la traducción, su lectura atenta y su análisis, pasamos a la formulación de nuestro proyecto de traducción. Este debía servir como base para las decisiones adoptadas en los diferentes niveles a la hora de elaborar nuestra traducción.
En la definición de la estrategia y del escopo de la traducción incidió que el requisito académico de presentar un trabajo final fue complementado por el interés de otro destinatario externo.
Notas
1Gustavo Nin y Dieter Schonebohm tradujeron en 2014 The New Story de Thomas Berry, apoyados en el proyecto de traducción utilizado como ejemplo en este trabajo. Su traducción fue publicada inicialmente en el portal de la Universidad de Yale y actualmente se encuentra en <http://thomasberry.org/publications-and-media/un-nuevo-relato>.
En síntesis, con la finalidad definida de trasmitir el mensaje de Berry a un público hispanohablante estadounidense, resolvimos intentar un impacto parecido al original. Con el lector como centro de interés, quisimos llevarlo al encuentro del autor, pero con un lenguaje actualizado.
A través del concepto de «proyecto de traducción», Antoine Berman proporciona una herramienta fundamental para sostener desde un marco teórico toda la praxis de la traducción. […] La existencia de un proyecto de traducción no se contradice en lo más mínimo con el carácter inmediato, intuitivo, pulsional que anima a toda traducción. Lo que busca esta herramienta es que toda esa carga intuitiva se vea atravesada por una corriente reflexiva que le sirva de marco referencial para abordar la tarea. Pensamos que es justamente en ese proyecto donde debemos explicitar todas las estrategias traslativas que vamos a utilizar considerando un sinfín de variables, por ejemplo, a qué público va dirigida la obra, cuál es la finalidad (el escopo) de la misma.
De esta manera, llegamos a una interpretación del texto que, por cierto, no podía ser «objetiva», porque se relacionaba con nuestras experiencias previas que actuaron como disparadores de nuestro impulso a traducir
y, además, a traducir una obra de las características del texto elegido. Un ejemplo de esto es nuestra lectura de los intertextos del ensayo original. Esta interpretación y su carácter inconcluso y provisional, abierto a la revisión continua, influía en nuestra posición traductiva, la translating position como señal de subjetividad. Al respecto, Berman es enfático: «There is no translator without a translating position»2. Para definir un proyecto de traducción había que afinar la capacidad de autocrítica necesaria para no caer en ninguno de los tres grandes peligros que corre cualquier traducción: «chameleon-like shapelessness, capricious freedom, and the temptation to be self-effacing»3.
El concepto de horizonte del traductor resume los elementos que inciden en la forma en que el traductor se acerca al texto que debe interpretar y traducir, así como en el trabajo concreto y su resultado: siempre traducimos desde una posición determinada y a partir de un proyecto definido. Ser conscientes de estos dos condicionantes puede contribuir a evitar tendencias deformantes en la traducción; estas reflejarían probablemente una actitud inconsciente del traductor que lo apartaría de su proyecto.
Notas
2 Berman, 2009, p. 59.
3 Ibid.
Esbozado su proyecto de traducción, los traductores avanzan para definir el escopo, se basan para ello en las teorías funcionales de la traducción, en particular las definidas por Reiss y Vermeer:
La teoría del escopo o de la «primacía de la finalidad de la traducción»4 forma parte de la teoría funcional de la traducción en traductología y comprende la idea de que tanto la traducción como la interpretación deben prestar particular atención a la función de los textos de partida y de llegada, sin perder la esencia del mensaje a trasmitir. El término proviene del griego σκοπός (skopós, ‘propósito, finalidad’)5.
Esta teoría plantea que conceptualmente la «traslación»6 es una «clase particular de acción interactiva» y que «el modo de la acción está subordinado a su escopo; el “para qué” de una acción determina si se actúa, qué se hace y cómo se hace». La función de una traducción depende del conocimiento, expectativas, valores y normas de los lectores del texto traducido, los destinatarios de la «traslación», quienes a su vez están influidos por la situación en que se encuentran inmersos y por la cultura. Estos factores determinan si la función del texto de origen o de algunos pasajes en ese texto de origen se puede preservar o si se debe modificar o cambiar al traducir.
Lo principal y lo que condiciona cualquier proceso de traducción es la finalidad con que se emprende la acción de traducir. Esta se caracteriza por su intencionalidad, la de trasmitir. La finalidad de nuestro trabajo es la trasmisión del mensaje constituido por el texto de Berry a un público destino determinado, con la ayuda de una terminología y de elementos lingüísticos y de estilo que logren en los lectores del texto de destino un impacto parecido al provocado en los lectores del texto de origen.
En su proyecto, hacen referencia a las estrategias de traducción utilizadas:
Nuestra estrategia de traducción tiene como centro de interés al lector del texto de destino en lengua española. Al usar el término «texto», hacemos referencia a lo observado por Eugenio Coseriu: «[…] la traducción no atañe siquiera al plano de las lenguas, sino al plano de los textos […]. Solo se traducen textos; y los textos no se elaboran solo con medios lingüísticos, sino también […] con la ayuda de medios extralingüísticos». Nuestro trabajo se aplica a un texto en un determinado contexto, así como nuestra traducción se produce en un contexto. El texto coherente y consistente de origen debe ser trasladado a otro, también
Notas
4Reiss y Vermeer, 1996, p. 79.
5Con respecto al traslatum, el producto de la acción de traducir, Vermeer formuló: «¡Ni un traslatum sin justificación (explícita o implícita [pero clara]) ni explicación de la estrategia usada!».
6Todas las citas de este párrafo: Reiss y Vermeer, op. cit., p. 84.
coherente y consistente, en la lengua de destino, teniendo en cuenta que el contexto cultural y temporal del autor y de los traductores no es el mismo. El hecho de que «el traducir es una actividad finalista e históricamente condicionada» debe reflejarse en las decisiones que se tomen a lo largo del proceso de traducción, con el fin de generar un texto coherente para un público lector del año 2014 como destinatario.
Concretamente, nos propusimos trasladar la lógica del pensamiento y las líneas de argumentación expresadas en el texto de origen de 1978 en idioma inglés al texto de destino de 2014 en idioma español. Sin ir más lejos, la palabra central del título del texto, story, se constituía en un desafío de difícil solución capaz de ilustrar que la equivalencia es una ilusión: story no es igual a «historia». Las decisiones de traducción que adoptamos en este caso tenían que dar cuenta de una interpretación caso por caso.
En cuanto a extranjerizar o familiarizar el texto traducido, un proyecto de traducción también permite tomar decisiones a partir de distintos materiales. En este proyecto podrían haber recurrido, por ejemplo, a Umberto Eco, sin embargo, optaron por Schleiermacher, a saber:
En el texto traducido coexisten elementos extranjerizantes y familiarizantes. Al servirnos de esta terminología hacemos referencia a las consideraciones de Schleiermacher sobre las opciones al alcance del traductor «que desea acercar entre sí a esos dos personajes completamente separados que son su escritor y su lector», con el objetivo de «proporcionar a este último una comprensión y un goce tan correctos y completos como sea posible».
Schleiermacher distingue dos opciones, entre las cuales el traductor debe decidir: «O bien el traductor deja al escritor lo más tranquilo posible y lleva al lector a su encuentro; o bien deja al lector lo más tranquilo posible y lleva al escritor a su encuentro».
Repasan a continuación el plano tipográfico del original y realizan un análisis de sus figuras de diseminación, como gradación, pleonasmo, diáfora; figuras de posición, como el paralelismo; figuras de ampliación, como la enumeración; figuras de omisión, como el asíndeton; figuras de apelación y otras figuras retóricas a nivel semántico como la metáfora, la lítote y la prosopopeya.
En la conclusión, se plantean expresamente las preguntas que debiera plantearse todo traductor:
Más que un proceso lineal, el proyecto progresaba en espiral: en la medida en que avanzaba, ampliaba su horizonte conceptual y metodológico en círculos que volvían una y otra vez sobre las cuestiones básicas, pero desde una perspectiva cada vez más enriquecida. Desde el principio al fin nos planteamos y replanteamos lo siguiente: ¿qué queríamos comunicar? ¿Cómo lo queríamos trasmitir en la lengua de destino? ¿Se adecuan las decisiones que tomamos al resultado deseado? Finalmente, ¿se logrará en el texto de destino un impacto sobre el lector hispanohablante que sea comparable con el del texto de origen en el lector de lengua inglesa?
Hace más de 30 años, Berman abogaba por una crítica ética de la traducción. Christiane Nord, en 2005, también analizaba la crítica de la traducción como diferente de la comparación de texto de origen y texto traducido. En 2011, Lawrence Venuti habla de una cultura de la traducción.
Venuti sostiene que los traductores tienen que poseer un conocimiento amplio y profundo de las tradiciones de traducción y de la cultura de traducción de una lengua, una comprensión histórica de los conceptos teóricos y de las estrategias prácticas. Cuanto más inmersos se encuentren los traductores, dice, en este tipo de conocimientos, mayor será el dominio que ejerzan sobre su tarea de traducción, más articulados y criteriosos serán en la descripción y evaluación de sus traducciones.
Afirma Venuti, con algunos puntos de contacto con el pensamiento de Nord, que hay muchos traductores, profesores y lectores que ingenuamente creen que la teoría puede estar divorciada de la práctica en cualquier tipo de escritura o investigación; creen que la práctica de la traducción se puede evaluar sencillamente comparando la traducción con el texto de origen, en lugar de tener en cuenta las condiciones culturales de traducción; y creen que un conocimiento histórico de la traducción es innecesario. Pero sin ese conocimiento los traductores carecen de una base cierta para entender y criticar el statu quo cultural y acaban por reafirmarlo.
Por supuesto que los traductores tienen que saber escribir o criticar. Sin duda hoy es necesario que piensen, escriban y hablen sobre sus traducciones con un elevado grado de sofisticación crítica. Sus comentarios tendrían que fundarse en un conocimiento literario e histórico, teórico y crítico, un conocimiento de la traducción y del campo en que se crea y se utiliza. Los traductores tendrían que ser capaces no solamente de situar sus proyectos con respecto a teorías y prácticas anteriores, sino también de evaluar el atractivo de esos proyectos para lectores actuales.
Es imprescindible que un traductor profesional tenga una sólida formación en lengua, literatura, teorías de las comunicaciones y otras materias muy necesarias. Y, sin negar las relaciones de la traducción con la literatura, la lengua, la lingüística, la filología, la semiótica, la hermenéutica y otras disciplinas, actualmente existen bases académicas suficientes para que la traductología deje de ser percibida como subdisciplina y sea considerada una interdisciplina o disciplina autónoma.
Para concluir bien vale parafrasear a Venuti: para cambiar la marginalidad cultural de la traducción, los traductores tenemos que cambiar la forma en que pensamos y concebimos nuestro trabajo y nuestra profesión.
BERMAN, A. (1992). The Experience of the Foreign, Culture and Translation in Romantic Germany [S. Heyvaert, Trad.], Nueva York, State University of New York Press.
BERMAN, A. (2009). Toward a translation Criticism: John Donne [F. Masardier-Kenney, Trad.], Kent, Kent State University Press.
ECO, U. (2008). Decir casi lo mismo. Experiencias de traducción [H. Lozano Miralles, Trad.], Barcelona, Random House Mondadori.
LEFEVERE. A (1992). Translating Literature: Practice and Theory in a Comparative Literature Context, Nueva York, The Modern Language Association of America.
MUNDAY, J. (2009). The Routledge Companion to Translation Studies, Nueva York, Routledge.
NORD, C. (2005). Text Analysis in Translation: Theory, Methodology, Didactic Application of a Model for Translation-Oriented Text Analysis, Amsterdam-Nueva York, Editions Rodopi B.V.
REISS, K., VERMEER, H. (1996). Fundamentos para una teoría funcional de la traducción [S. García Reina y C. Martín de León, Trads.], Madrid, Ediciones Akal.
SNELL-HORNBY, M. (2006). Translation Studies, Filadélfia, John Benjamins B.V.
VENUTI, L (2013). Translation changes everything: theory and practice, Nueva York, Routledge.
Un reconocimiento expreso a Gustavo Nin y Dieter Schonebohm por permitirme ejemplificar este artículo con su valioso proyecto; y a Leonora Madalena y Camilo Rousserie por su lectura crítica y revisión del manuscrito.