Soy una flor, de esas que nacen en los cementerios. Hay una vena que atraviesa los siglos y que nos transforma en mitos. Guardo esta especie de enfermedad como ...
Soy una flor, de esas que nacen en los cementerios. Hay una vena que atraviesa los siglos y que nos transforma en mitos. Guardo esta especie de enfermedad como un embarazo, la esperanza de que el amor me desentierre, me salve de la muerte, que abra la tierra y de su vientre saque una nueva vida, plena. Quizás nadie recuerde que somos todos más antiguos de lo que creemos. Nuestra vida no comienza en el hospital o en las manos de una partera, sino en la historia, en los otros, en las vidas que nos precedieron. Nacimos el mismo día en que nació el universo, en la misma explosión. Yo, evidentemente, no soy la excepción. Mi documento de identidad no tiene el nombre Inês de Castro, pero yo soy Inês de Castro. Seré levantada del suelo, pondrán una corona en mi cabeza. La vida eterna depende del amor de los demás, son ellos los que escarban la tierra con sus uñas, y nos salvan del lugar frío y amorfo al que todos fuimos condenados. Nuestros accidentes son diferentes, pero la esencia, el hueso de lo que somos es el mismo. El tiempo no nos separa, somos una cara del pasado, un nuevo ángulo.
El día 6 de agosto de mil novecientos cincuenta y seis, bailé con Manuel en la fiesta organizada en mi aldea, en un naranjal que quedaba junto al lavadero público. Las paredes habían sido pintadas a la cal recientemente y la luna corroboraba esa blancura. Parecía de día, juro que parecía de día.
Sou uma flor, daquelas que nascem nos cemitérios. Há uma veia que atravessa os séculos e que nos transforma em mitos. Guardo essa espécie de doença como uma gravidez, a esperança de que o amor me desenterre, me salve da morte, que abra a terra e do seu ventre tire uma nova vida, plena. Talvez ninguém se lembre de que somos todos mais antigos do que achamos. A nossa vida não começa no hospital ou nas mãos de uma parteira, mas sim na História, nos outros, nas vidas que nos precederam. Nascemos no mesmo dia em que o universo nasceu, na mesma explosão. Eu, evidentemente, não sou excepção. O meu cartão de cidadão não tem o nome Inês de Castro, mas eu sou a Inês de Castro. Serei levantada do chão, porão uma coroa na minha cabeça. A vida eterna depende do amor dos outros, são eles que escavam a terra com as suas unhas, e nos salvam do lugar frio e amorfo a que todos fomos condenados. Os nossos acidentes são diferentes, mas a essência, o osso do que somos é o mesmo. O tempo não nos separa, somos uma face do passado, um novo ângulo.
No dia 6 de agosto de mil novecentos e cinquenta e seis, dancei com o Manuel no baile organizado na minha aldeia, num laranjal que ficava junto ao lavadouro público. As paredes estavam caiadas recentemente e a Lua corroborava essa brancura. Parecia dia, juro que parecia dia.
Las estrellas nos llegaban a la cintura, eran tantas que hasta nos hacían cosquillas, nos envolvían. Bailé con Manuel como si bailara con la eternidad. Me acuerdo más de su respiración, cálida, en mi cuello, que de las palabras torpes que me iba diciendo mientras, esporádicamente, me pisaba al son de la concertina, de la guitarra y del acordeón. Yo era una gurisa de pueblo, ¿qué digo?, era el pueblo mismo. No podemos dejar de encarnar todo lo que somos y eso es siempre mayor que nosotros. Yo era la pobreza, la desesperanza, él era el hijo único de un hombre rico, la poderosa ignominia de la materia. Bailamos, la pobreza y el capital, giramos y giramos, sentimos ese vacío en el pecho que nos alcanza cuando nos enamoramos.
Siento pena por no haberlo conocido en un crucero en el mar Negro, tomando vodka de pera y vino de Crimea, o tal vez en un hotel de Estambul con balcones volcados sobre el Bósforo, envueltos en el humo dulzón de los narguiles, bajo una palmera cargada de dátiles maduros: nos habríamos besado y habríamos intercambiado las palabras más espesas de todas, unos te amo susurrados, de esos que penetran la piel. Pero no fue nada de esto, fue en un baile de aldea, iluminados por la luna, en un naranjal, junto a la pared recientemente pintada a la cal del lavadero público.
As estrelas davam-nos pela cintura, eram tantas que chegavam a fazer-nos cócegas, embrulhavam-nos. Dancei com o Manuel como se dançasse com a eternidade. Lembro-me melhor da respiração dele, quente, no meu pescoço, do que das palavras desajeitadas que me ia dizendo enquanto, esporadicamente, me pisava ao som da concertina, da guitarra e do harmónio. Eu era uma rapariga do povo, que digo?, era o próprio povo. Não podemos deixar de encarnar tudo o que somos e isso é sempre maior do que nós. Eu era a pobreza, a desesperança, ele era o filho único de um homem rico, a poderosa ignomínia da matéria. Dançámos, a pobreza e o capital, rodopiámos, sentimos aquele vazio no peito que nos atinge quando nos apaixonamos.
Tenho pena de não o ter conhecido num cruzeiro no Mar Negro, a beber vodca de pera e vinho da Crimeia, ou talvez num hotel de Istambul com varandas debruçadas sobre o Bósforo, envoltos no fumo adocicado dos narguilés, sob uma palmeira carregada de tâmaras maduras: beijar-nos-íamos e trocaríamos as palavras mais espessas de todas, uns amo-te sussurrados, daqueles que penetram a pele. Mas não foi nada disto, foi num baile de aldeia, iluminados pela Lua, num laranjal, junto à parede recentemente caiada do lavadouro público.
Su familia, evidentemente, me despreciaba. Todos tenemos sueños, y todos los soñamos con grandeza, no hay motivo para que sea de otra manera si queremos huir del sonambulismo que la vida termina por ofrecernos junto con tantas frustraciones. Los padres de Manuel también soñaban lo mejor para él, una mujer con apellido, y no una criada, hija de una criada, una mujer como yo.
Crecí con dificultades, como una flor que nace entre las piedras de la calle. Pero nunca dejé de estudiar, y leía todo lo que podía. Aprendí a construir versos y a hacerlos volar como pájaros, aunque, a veces, heridos de muerte. La gente me oía cantar, porque siempre fue esa mi absoluta virtud, la de proyectar la voz, hacerla redonda con trinos, y a través de la música crear un enorme palacio a mi alrededor. Siempre que canto me transformo en una reina antigua, que come con cubiertos de plata de Mauritania, que usa joyas con engarces de piedras preciosas traídas del Levante, que se viste de seda y se cuelga en el cuello una estola de armiño dorado. Me basta con abrir la boca, cerrar los ojos, y el palacio aparece.
Fui haciéndome famosa y Manuel iba a Lisboa, a Porto, a Coimbra, para oírme cantar. Y nos casamos en secreto, en una pequeña ermita del municipio de Sousel. Usé el vestido de novia que había sido de mi mamá, que los años estropearon y que ajusté y remendé con versos de canciones. La música siempre me dio tantas cosas, y un vestido simple, cuando le cantamos, se vuelve una pieza exótica, de alta costura. Las campanas tocaron como un llanto de niños.
A família dele, evidentemente, desprezava-me. Todos temos sonhos, e todos os sonhamos com grandeza, não há motivo para ser de outra maneira, se queremos fugir ao sonambulismo que a vida acaba por nos oferecer em conjunto com tantas frustrações. Os pais do Manuel também sonhavam o melhor para ele, uma mulher com apelido, e não uma criada, filha de uma criada, uma mulher como eu.
Cresci com dificuldades, como uma flor que nasce entre pedras da calçada. Mas nunca deixei de estudar, e lia tudo o que podia. Aprendi a construir versos e a fazê-los voar como pássaros, ainda que, por vezes, feridos de morte. As pessoas ouviam-me cantar, porque foi sempre essa a minha absoluta virtude, a de projectar a voz, fazê-la redonda com trinados, e através da música criar um enorme palácio à minha volta. Sempre que canto, transformo-me numa rainha antiga, que come com talheres de prata da Mauritânia, que usa jóias cravejadas de pedras preciosas trazidas do Levante, que se veste de seda e pendura no pescoço uma estola de arminho dourado. Basta-me abrir a boca, fechar os olhos, e o palácio aparece.
Fui ficando famosa e o Manuel ia a Lisboa, ao Porto, a Coimbra, para me ouvir cantar. E casámo-nos em segredo, numa pequena ermida do concelho de Sousel. Usei o vestido de noiva que fora da minha mãe, que os anos estragaram, e que eu corrigi e remendei com versos de canções. A música sempre me deu tantas coisas, e um vestido simples, quando cantamos para ele, torna-se uma peça exótica, de alta costura. Os sinos tocaram como um choro de crianças.
Tal vez haya una cuerda colgada de todos los cuellos, tal vez caminemos sobre vidrios rotos, tal vez nuestra alma sea una lámpara quemada, tal vez el futuro sea una flor tendida sobre un ataúd, tal vez nuestras ambiciones sean programas de televisión coloridos, tal vez nos duelan las esperanzas, tal vez nos acostemos todas las noches como el costillar en las vitrinas de la carnicería, tal vez nos falte saliva en las palabras, tal vez se nos caigan dientes podridos hacia dentro de la voz, tal vez nos rasguen los huesos como papel, tal vez la lluvia solo exista dentro de nuestro cuerpo, tal vez… Y, sin embargo, iluminamos el mundo. Existe caos, oscuridad, pero el mundo, el mundo solo existe cuando apuntamos una llama en su dirección y lo incendiamos.
Fue eso lo que hice. Intentaba prender fuego el mundo. Vivíamos una dictadura tosca, teníamos un dictador criador de gallinas, y yo empecé a luchar contra él. Era una batalla desigual, como la que damos contra Dios y la forma en que nos envejece y nos mata.
Escondía entre mis versos mensajes de lucha. Los cantaba. Los disparaba contra la dictadura, los hacía sumergirse en los oídos de quien me oía. Tenía la lengua gastada de luchar contra la dictadura.
Talvez haja uma corda pendurada em todos os pescoços, talvez caminhemos sobre vidros partidos, talvez a nossa alma seja uma lâmpada fundida, talvez o futuro seja uma flor deitada num caixão, talvez as nossas ambições sejam programas de televisão coloridos, talvez nos doam as esperanças, talvez nos deitemos todas as noites como o entrecosto nas montras do talho, talvez nos falte a saliva nas palavras, talvez nos caiam dentes podres para dentro da voz, talvez nos rasguem os ossos como papel, talvez a chuva só exista dentro do nosso corpo, talvez... E, porém, iluminamos o mundo. Existe um caos, uma escuridão, mas o mundo, o mundo só existe quando apontamos uma chama na sua direcção e o incendiamos.
Foi isso que eu fiz. Tentava pegar fogo ao mundo. Vivíamos uma ditadura labrega, tínhamos um ditador criador de galinhas, e eu comecei a lutar contra ele. Era uma batalha desigual, como fazemos contra Deus e o modo como nos envelhece e nos mata.
Escondia entre os meus versos mensagens de luta. Cantava-os. Atirava-os contra a ditadura, fazia-os mergulhar nos ouvidos de quem me ouvia. Tinha a língua gasta de lutar contra a ditadura.
Los padres de Manuel se enteraron de que nos casamos. No era difícil que acabaran conmigo y fue lo que hicieron. La cana me golpeó la puerta, de madrugada, el día que me di cuenta de que estaba embarazada.
La palabra madre es la más antigua del mundo, mamá es la primera palabra que todos los hombres dicen. Antes de la palabra madre, no existía palabra alguna.
Adán no tuvo madre, debe haber dicho papá.
Es más, debe haber dicho mamá, que Dios no es macho.
La primera palabra es la palabra mamá, es esa que todos decimos por primera vez, se asemeja a la primera respiración. Cuando la decimos, reatamos el cordón umbilical.
Y yo entré embarazada de este vocablo al fuerte de Peniche.
Los canas se llamaban Coelho y Gonçalves. Tal vez no fueran estos los nombres que constaban en los respectivos documentos de identidad, pero nosotros venimos de muy lejos, de muchos siglos atrás, y esos eran los nombres verdaderos, independientemente de lo que constara en la oficina del registro civil.
Os pais do Manuel vieram a saber que casámos. Não era difícil acabarem comigo e foi o que fizeram. A pide bateu-me à porta, de madrugada, no dia em que percebi estar grávida.
A palavra mãe é a mais antiga do mundo, é a primeira palavra que todos os homens dizem. Antes da palavra mãe, não existia palavra nenhuma.
Adão não teve mãe, deve ter dito pai.
Aliás, deve ter dito mãe, que Deus não é macho.
A primeira palavra é a palavra mãe, é essa que todos dizemos pela primeira vez, semelha-se à primeira respiração. Quando a dizemos, reatamos o cordão umbilical.
E eu entrei grávida desse vocábulo no forte de Peniche.
Os pides chamavam-se Coelho e Gonçalves. Talvez não fossem esses os nomes que constavam nos respectivos bilhetes de identidade, mas nós vimos de muito longe, de muitos séculos atrás, e esses eram os nomes verdadeiros, independentemente do que constava no registo civil da conservatória.
La tortura me fue matando, se metió en mis entrañas cual herrumbre, y me sentí muerta, enterrada. Perdí el hijo que cargaba en el vientre, y lloré un universo entero.
No sé si era por maldad, o tan solo por humanidad, las dos cosas se confunden con tanta frecuencia, pero Manuel no me ayudó. Cuando pienso en eso, veo un escenario tétrico, grotesco, en el que lo amaba, mientras él me lastimaba. Un día, una semana después de salir de la cárcel, decidió dejarme, me dijo que no me quería ver más, lloré, pregunté por qué, las lágrimas me corrían por las mejillas, y él respondió: porque tenés los tobillos gordos.
Volvía tantas veces, arrepentido, con ramos de flores de campo, caía de rodillas llorando, pidiendo perdón. Y yo lo perdonaba.
Un día me dijo que no podía continuar con esa vida, que se haría monje cartujo. En realidad, llegó a ir a la cartuja de Évora, llegó a ser novicio, pero el día que debería haber entrado al convento, simplemente no apareció.
Después, aparecía en mi casa con un ramo de flores de campo, llorando, de rodillas a mis pies.
Coelho y Gonçalves aparecieron dos veces más por casa, de madrugada. Y fui otras dos veces enterrada en cárceles, embestida por el infierno de la tortura. A pesar de que sea la misma historia, Inês murió una vez, yo morí muchas.
A tortura foi-me matando, entranhou-se como ferrugem, e senti-me morta, enterrada. Perdi o filho que carregava na barriga, e chorei um universo inteiro.
Não sei se era por maldade, ou apenas humanidade, as duas coisas confundem-se com tanta frequência, mas o Manuel não me ajudou. Quando penso nisso, olho para um cenário tétrico, grotesco, em que o amava, enquanto ele me magoava. Um dia, uma semana depois de sair da prisão, saiu de cima de mim, disse-me que não me queria ver mais, eu chorei, perguntei porquê, as lágrimas escorriam-me pelas faces, e ele respondeu: porque tens os tornozelos gordos.
Voltava tantas vezes, arrependido, com ramos de flores do campo, caía de joelhos a chorar, a pedir desculpa. E eu desculpava.
Um dia disse-me que não podia continuar esta vida, que se iria tornar monge cartuxo. Na verdade chegou a ir à cartuxa de Évora, chegando a ser postulante, mas no dia em que deveria ter entrado no convento, simplesmente não apareceu.
Depois, aparecia em minha casa com um ramo de flores do campo, a chorar, de joelhos aos meus pés.
Coelho e Gonçalves apareceram mais duas vezes lá em casa, pela madrugada. E fui por mais duas vezes enterrada em prisões, acometida pelo inferno da tortura. Apesar de ser a mesma história, Inês morreu uma vez, eu morri muitas.
Sucedió el 25 de abril, esos dos canas siguen ahí, creo que sin corazones, tomando cafés en el centro, de piernas cruzadas fumando habanos cubanos y riendo, pues el criador de gallinas tuvo descendientes, estos hijos de puta que nos hacen sucumbir bajo el yugo de las finanzas. Si les hubiesen querido arrancar los corazones, a Coelho y a Gonçalves, habrían constatado que eso era un imposible, ellos nunca los tuvieron.
Y pasados los años, muchos años, también en esto mi vida es una hipérbole de la de Inês, yo sigo muerta, enterrada por los tiempos.
Repito: soy una flor, de esas que nacen en los cementerios. Hay una vena que atraviesa los siglos y que nos transforma en mitos. Guardo esta especie de enfermedad como un embarazo, la esperanza de que el amor me desentierre, me salve de la muerte, que abra la tierra y de su vientre saque una nueva vida, plena. Quizás nadie recuerde que somos todos más antiguos de lo que creemos. Nuestra vida no comienza en el hospital o en las manos de una partera, sino en la historia, en los otros, en las vidas que nos precedieron. Nacimos el mismo día en que nació el universo, en la misma explosión. Yo, evidentemente, no soy la excepción. Mi documento de identidad no tiene el nombre Inês de Castro, pero yo soy Inês de Castro. Seré levantada del suelo, pondrán una corona en mi cabeza.
Deu-se o vinte e cinco de abril, esses dois pides ainda andam para aí, creio que sem corações, a beber cafés na baixa, de pernas cruzadas a fumar charutos cubanos e a rir, pois o criador de galinhas teve descendentes, estes pulhas que nos fazem sucumbir sob o jugo das finanças. Se tivessem querido arrancar os corações, ao Coelho e ao Gonçalves, teriam constatado que isso era uma impossibilidade, eles nunca os tiveram.
E passados anos, muito anos, também nisto a minha vida é uma hipérbole da de Inês, eu continuo morta, enterrada pelos tempos.
Repito: sou uma flor, daquelas que nascem nos cemitérios. Há uma veia que atravessa os séculos e que nos transforma em mitos. Guardo essa espécie de doença como uma gravidez, a esperança de que o amor me desenterre, me salve da morte, que abra a terra e do seu ventre tire uma nova vida, plena. Talvez ninguém se lembre de que somos todos mais antigos do que achamos. A nossa vida não começa no hospital ou nas mãos de uma parteira, mas sim na História, nos outros, nas vidas que nos precederam. Nascemos no mesmo dia em que o universo nasceu, na mesma explosão. Eu, evidentemente, não sou excepção. O meu cartão de cidadão não tem o nome Inês de Castro, mas eu sou a Inês de Castro. Serei levantada do chão, porão uma coroa na minha cabeça.
La vida eterna depende del amor de los demás, son ellos los que escarban la tierra con sus uñas, y nos salvan del lugar frío y amorfo al que todos fuimos condenados. Nuestros accidentes son diferentes, pero la esencia, el hueso de lo que somos es el mismo. El tiempo no nos separa, somos una cara del pasado, un nuevo ángulo.
Pero:
Miro las hormigas y son tan pequeñas, debajo de mis pies descalzos en el pasto, y existe este poder inmenso de aplastarlas, e imagino a Dios, con los mismos pies, mirándonos como seres insignificantes. Y él con sus pies, con uñas endurecidas pisándolas, sin percatarse de la riqueza que cada hormiga tiene dentro de ella. Y tengo ganas de gritar quién soy, hacer ver que no merezco ser pisada por un pie incauto, pero es la vida, ser hormiga de Dios, ser pisada, ser una persona que pasea sus perros en los jardines con una bolsa de nailon para recogerles la mierda. Mantener la higiene del mundo, mantener las palabras educadas, domesticadas, andá a cagar, mantener todo dentro de cercos cerrados, dentro de alambre de púas. Me mirás como aquella mujer obesa que pasea los perros de mañana, después de tomar café y fumar un cigarro, y levantás tu pie inmenso para aplastarme y yo todos los días me desvío, con elegancia, hacia la izquierda o hacia la derecha.
A vida eterna depende do amor dos outros, são eles que escavam a terra com as suas unhas, e nos salvam do lugar frio e amorfo a que todos fomos condenados. Os nossos acidentes são diferentes, mas a essência, o osso do que somos é o mesmo. O tempo não nos separa, somos uma face do passado, um novo ângulo.
Mas:
Olho para as formigas e são tão pequenas, debaixo dos meus pés descalços na relva e há este poder imenso de as esmagar, e imagino Deus, com os mesmos pés, a olhar para nós como seres insignificantes. E Ele com os seus pés, com unhas endurecidas a pisá-las, sem se aperceber da riqueza que cada formiga tem dentro dela. E tenho vontade de gritar quem sou, fazer ver que não mereço ser pisada por um pé incauto, mas é a vida, ser formiga de Deus, ser pisada, ser uma pessoa que passeia os seus cães nos jardins com um saco de plástico para lhes recolher a merda. Manter a higiene do mundo, manter as palavras educadas, domesticadas, foda-se, manter tudo dentro de cercas fechadas, dentro de arame farpado. Olhas para mim como aquela mulher obesa que passeia os cães de manhã, depois de beber um café e fumar um cigarro, e levantas o teu pé imenso para me esmagares e eu todos os dias me desvio, com elegância, para a esquerda ou para a direita.
Al final, vas a ganar, vas a posar tu gran pie sobre mi cuerpo y no sobrará nada, ni las memorias, porque tu pie es algo hacia la eternidad. Pero viene la esperanza, me contamina, la esperanza, y me dice que no es así. Que nosotros existimos para siempre y que lo que fuimos es una piedra, un monumento que podemos inspeccionar de todos lados. Vemos el año pasado, vemos diez años atrás, es una estatua con toda nuestra vida. Lloro muchas veces porque pierdo esa visión de las cosas, esa manera de ver que todos existimos en el tiempo.
Pero:
No solo morí otras veces, sino que estoy enterrada desde hace mucho más tiempo del que estuvo Inês, pero es el mismo mito, es la misma historia, es el mismo destino. Aún tengo la esperanza de que las uñas de Manuel me rescaten del féretro en el que fui metida, que él surja envejecido pero sobrio, hecho de la misma piedra de un caballero medieval, tal vez con una pala, siempre viene bien andar con una pala, tenemos tantas cosas para desenterrar en nuestras vidas, memorias, dolores, alegrías. Aún espero que un acto de amor me rescate de la tumba, me eleve a mi condición natural, la de reina. Ya no tengo voz para cantar mi resurrección, pero tengo una fe inquebrantable en el destino.
No fim, irás ganhar, irás pousar o teu grande pé sobre o meu corpo e não sobrará nada, nem as memórias, porque o teu pé é uma coisa para a eternidade. Mas vem a esperança, contamina-me, a esperança, e diz-me que não é assim. Que nós existimos para sempre e que o que fomos é uma pedra, um monumento que podemos visitar de todos os lados. Vemos o ano passado, vemos dez anos atrás, é uma estátua com toda a nossa vida. Choro muitas vezes porque perco essa visão das coisas, essa maneira de ver que todos existimos no tempo.
Mas:
Não só morri mais vezes, como estou enterrada há muito mais tempo do que Inês esteve, mas é o mesmo mito, é a mesma história, é o mesmo destino. Ainda tenho esperança de que as unhas do Manuel me resgatem do féretro em que fui enfiada, que ele surja envelhecido mas sóbrio, feito da mesma pedra de um cavaleiro medieval, talvez com uma pá, dá sempre jeito andar com uma pá, temos tantas coisas para desenterrar nas nossas vidas, memórias, dores, alegrias. Ainda espero que um acto de amor me resgate da tumba, me eleve à minha condição natural, a de rainha. Já não tenho voz para cantar a minha ressurreição, mas tenho uma fé inquebrantável no destino.
Si soy Inês, voy a erguirme de la muerte por medio del amor, mi piel será rejuvenecida, mi boca verterá los mismos besos, el palacio que mi voz sabía construir al cantar será una realidad de granito, con torres clavándose en el cielo, me levantaré con una corona. Y bailaremos otra vez, en una fiesta de aldea, bajo el claro de luna casi diurno, en un naranjal, recostados a la pared recientemente blanqueada del lavadero público. Intercambiaremos las mismas palabras espesas uno al oído del otro, mientras vos, torpemente, me pisarás al son de la concertina, de la guitarra y del acordeón.
Fragmento de la novela Flores.
Traducción de Federico Sörensen y Leticia Lorier.
Se sou a Inês, irei erguer-me da morte através do amor, a minha pele será rejuvenescida, a minha boca verterá os mesmos beijos, o palácio que a minha voz sabia construir ao cantar será uma realidade de granito, com torres a espetarem-se no céu, levantar-me-ei com uma coroa. E dançaremos outra vez, num baile de aldeia, sob o luar quase diurno, num laranjal, encostados à parede recentemente caiada do lavadouro público. Trocaremos as mesmas palavras espessas ao ouvido um do outro, enquanto tu, desajeitadamente, me pisarás ao som da concertina, da guitarra e do harmónio.
Trecho do romance Flores.