Pequenos e grandes De manhã cedo vou à cozinha. O sol começou a iluminar o gramado e as árvore...
Pequenos e grandes
De manhã cedo vou à cozinha. O sol começou a iluminar o gramado e as árvores dessa ampla extensão que se pode ver através da janela e da porta aberta. O chão da cozinha ainda está em sombras, e descubro que em uma depressão retangular há um par de baratas, ambas muito pretas e muito feias. Uma está tentando subir, como se quisesse alcançar o nível normal do piso. A outra está quieta. Apanho uma vassoura e golpeio uma e outra até me certificar de que estão mortas, porque se minha amiga chega a vê-las é provável que queira abandonar esta casa. Penso em recolhê-las com a pá e jogá-las para fora, mas minha atenção é atraída por outro objeto que acabo de descobrir nessa parte do piso; não sei o que é. Parece um porta-moedas de cor preta ou, em todo caso, uma caixa de material mole, como couro; tem, como os porta-moedas, um fecho de bronze ou material similar. Essa espécie de porta-moedas está meio aberto, e pela abertura começa a sair um inseto. Num primeiro momento, acredito que se trate de outra barata, e preparo a vassoura, mas depois vejo que é um bicho elegante, alongado, parecido com uma libélula, mas de tamanho maior e menos compacto, como que formado por uma infinidade de pequenas peças finas e articuladas. O inseto parece aturdido e com dificuldades para sair do porta-moedas, como se algo o retivesse. Desisto de matá-lo, e recolho com a pá o porta-moedas ou o que seja e o arremesso com bicho e tudo pela janela, para a grama do fundo.
Pequeños y grandes
De mañana temprano voy a la cocina. El sol ha comenzado a iluminar el césped y los árboles de esa amplia extensión que puede verse a través de la ventana y de la puerta abierta. El piso de la cocina aún está en sombras, y descubro que en una depresión rectangular hay un par de cucarachas, ambas muy negras y muy feas. Una está tratando de subir, como para alcanzar el nivel normal del piso. La otra está quieta. Tomo una escoba y golpeo a una y otra hasta asegurarme de que están muertas, porque si mi amiga llega a verlas es probable que quiera abandonar esta casa. Pienso en recogerlas con la pala y tirarlas afuera, pero mi atención es atraída por otro objeto que recién descubro en esa parte del piso; no sé qué es. Parece un monedero de color negro, o en todo caso una caja de material blando, como cuero; tiene, como los monederos, un cierre de bronce o material similar. Esa especie de monedero está medio abierto, y por la abertura empieza a salir un insecto. En un primer momento creo que se trata de otra cucaracha, y apronto la escoba, pero después veo que es un bicho elegante, alargado, parecido a una libélula pero de mayor tamaño y menos compacto, como formado por infinidad de pequeñas piezas finas y articuladas. El insecto se ve atontado y con dificultades para salir del monedero, como si algo lo retuviera. Renuncio a matarlo, y recojo con la pala el monedero o lo que sea y lo arrojo con bicho y todo por la ventana, hacia el pasto del fondo.
Me aproximo da porta para admirar a manhã, justo a tempo de ver aparecer pelo lado direito da casa, e como se estivessem estado esperando a aterrissagem de porta-moedas e inseto, dois elefantes; e há um terceiro que emerge do lado esquerdo. Caminham lenta e majestosamente, todos no mesmo ritmo, e o elefante que ficava no meio dos outros dois recolhe com a tromba o porta-moedas com o inseto e passa a encabeçar a procissão.
Perto dali há uma pequena fonte circular. O elefante deposita o porta-moedas com o inseto no centro da fonte, onde há uma pequena ilha de cimento coberta de terra e grama descuidada. Os três elefantes ficam parados por um momento, em silenciosa contemplação. Logo dão meia-volta e, tão calmamente como tinham vindo, e por onde tinham vindo, vão embora.
“Bela e singular homenagem do muito grande para o muito pequeno”, penso.
Tradução de Cristina Ceni.
Me acerco a la puerta para admirar la mañana, justo a tiempo para ver aparecer por el costado derecho de la casa, y como si hubieran estado esperando el aterrizaje de monedero e insecto, dos elefantes; y hay un tercero que emerge desde el costado izquierdo. Caminan lenta y majestuosamente todos al mismo ritmo, y el elefante que quedaba en el medio de los otros dos recoge con la trompa el monedero con el insecto y pasa a encabezar la procesión.
Cerca de allí hay una pequeña fuente circular. El elefante deposita el monedero con el insecto en el centro de la fuente, donde hay una pequeña isla de cemento cubierta de tierra y pasto descuidado. Los tres elefantes quedan detenidos por un momento, en silenciosa contemplación. Luego dan media vuelta y, tan calmosamente como habían venido, y por donde habían venido, se van.
«Hermoso y singular homenaje de lo muy grande a lo muy pequeño», pienso.