Entrevista con Jeferson Tenório
Jeferson Tenório nació en Rio de Janeiro, en 1977. Radicado en Porto Alegre, es magíster en Literaturas Luso-Africanas por la Universidade Federal do Rio Grande do Sul y da clases en escuelas y liceos de esa ciudad. Ha sido premiado en el concurso Paulo Leminski en 2009 con el cuento «Cavalos não choram» y en el concurso Palco Habitasul con el cuento «A beleza e a tristeza», adaptado para teatro en 2007 y 2008. Fue uno de los autores invitados para componer la Guia de leitura: 100 poetas que você precisa ler, lanzada en 2015 por la Editora LPM. Es autor de la novela O beijo na parede, ganadora del Prêmio AGES (Associação Gaúcha de Escritores) - Livro do Ano en 2013. Actualmente trabaja en la finalización de la novela Estela sem Deus, cuya publicación está prevista para 2017.
Desde el primer libro que escribiste, pero que nunca le mostraste a nadie, ¿cómo fue tu proceso de maduración como escritor?
Escribí un libro de doscientas páginas a los dieciocho años a mano. Pero en ese entonces no sabía lo que era la literatura. Hasta hoy tengo guardados los originales. Era un texto bastante ingenuo porque yo no era un buen lector. Quería ser autor de
telenovelas. Imitaba los modos de las tramas y los estereotipos de los personajes. Creo que me volví escritor solo porque entendí que leer es más importante que escribir. Mi proceso de maduración fue lento y todavía se está desarrollando. Escribir mi primera novela publicada exigió mucha paciencia y lectura. Además, a lo largo de los años, comprendí algo importante: es necesario envejecer con el texto. Dejar que el texto envejezca conmigo, dentro de mí, tal vez sea lo más honesto que puedo hacer con mi literatura. Por eso no me preocupa tanto la cantidad de producción. La lentitud también es una técnica. Por lo tanto, creo que cuatro o cinco años es un buen tiempo promedio para producir una novela.
Aunque no has publicado poesía, escribís poemas. Cuando lo hacés, ¿el proceso de escritura es diferente? ¿Tenés en cuenta otros elementos que no considerás al escribir cuentos o novelas?
Planeo escribir un libro de poemas, pero ahora no, todavía no. Sé que el proceso es más largo y perenne. El poema me desabriga, parafraseando a Roland Barthes, quien dice que el lenguaje es desabrigo. Escribo poemas, pero me los guardo para mí. El poema no nos protege de nada. No nos da ninguna base. Ningún apoyo. Por eso creo que no estoy preparado para un libro de poemas. Por otro lado, el ejercicio poético me ayuda a escribir narrativas largas. Un día escribí que el poema, para mí, es un dios envejecido cuya sabiduría es inalcanzable. Creo que mi prosa es ese intento de acercarme a ese dios. Me gusta esa metáfora.
También suelo leer teoría de la literatura y todo lo que está relacionado con ella. Me gusta leer a Walter Benjamin, a Adorno y también a teóricos de estudios culturales, como Stuart Hall y Edward Said. Pienso que estas teorías me señalan cosas importantes y que, en cierta forma, se reflejan en mis cuentos y novelas.
¿Cómo fue la experiencia de ver tu cuento «A beleza e a tristeza» adaptado al teatro?
Escribí este cuento sin ninguna pretensión. Creo que, analizándolo hoy, desde el punto de vista narrativo, no me parece un buen texto; sin embargo, fue ganador de un concurso de cuentos promovido por la Feria del Libro de Porto Alegre. Después de la premiación, el texto fue escogido por una compañía de teatro, el proyecto fue financiado por ese mismo concurso. La experiencia de ver mi trabajo adaptado para teatro fue muy importante por dos motivos: primero porque me dí cuenta de que adaptar significa producir otra obra; y segundo porque el estreno ocurrió en el Theatro São Pedro, un lugar tradicional e importante de la cultura gaúcha, donde mi abuelo, sesenta años atrás, entró como el primer músico negro que se iba a presentar. Para mí, estar allí, viendo la representación de mi texto, fue bastante simbólico.
¿Qué significó haber sido premiado en el concurso Paulo Leminski en 2009 por tu cuento «Cavalos não choram»?
«Cavalos não choram» fue el inicio de todo. Fue ahí que me di cuenta de que había algo más para contar. Este premio fue importante porque me dio estímulo para continuar. De este cuento surgió una novela, O sonho de Euclides, que después
transformé en una obra más extensa, titulada Desamparo, y, finalmente, vino O beijo na parede. Creo que los concursos tal vez sirvan para eso: medir un poco la recepción de los textos.
En la mayoría de los cuentos seleccionados por Pontis, se pueden encontrar grandes diferencias entre los narradores, pero también un aspecto en común: el uso de la primera persona. ¿Qué creés que le aporta esta técnica al relato? ¿Puede decirse que forma parte de tu estilo como escritor?
Me gusta pensar que cada libro, cada proyecto literario, pide un determinado narrador. Descubrir un modo de narrar es siempre una búsqueda difícil. Tal vez hasta sea más importante que la historia en sí. Soy consciente de que un narrador en primera persona tiene sus limitaciones, porque es una narrativa precaria y no te da acceso a la totalidad de la narrativa. Pero me gusta escribir bajo el punto de vista de la precariedad. Creo que la escritura en tercera persona es una narrativa que te permite otros recursos. La omnisciencia te permite lidiar con el avance o retroceso del tiempo, por ejemplo, con más facilidad. No puedo afirmar que el uso de la primera persona sea un estilo de mis textos. Incluso porque me gusta experimentar varias voces durante el proceso de creación. A veces llevo meses escribiendo en primera persona; después, de repente, reescribo en tercera persona y paso algunos meses más en eso. Hay casos en los que reescribo una tercera vez y vuelvo a la primera persona. No me gusta la idea de que los personajes sean autónomos y decidan las cosas por sí solos, pero tengo la impresión de que ellos te confrontan cuando la voz narrativa no es la adecuada; es como si dijeran: «vos no vas a contar nuestra vida de esa manera».
Algunas de tus narraciones les dan voz a personajes pertenecientes a grupos sociales cuyos derechos continúan siendo vulnerados en pleno siglo XXI. ¿Creés que la literatura puede ser un arma de lucha?
No creo que la literatura sea un arma de lucha ni tampoco creo que tenga la función social de salvar personas. Creo que la única lucha que la literatura permite es aquella que está trabada dentro de nosotros. Mi lucha corporal es con la palabra. La literatura no salva. La literatura no tiene esa obligación social. Y, si tuviera alguna función, creo que es la de hacernos percibir a las personas. Reparar en ellas. La buena literatura no es la que lucha, sino aquella que nos obliga a asombrarnos del mundo. Obliga a cuestionar la normalidad del sufrimiento humano, a cuestionar la indiferencia. La buena literatura no trae consuelo, sino que desestabiliza certezas. Creo que muchas veces la literatura puede ser mil veces más potente que la vida, pero cuidado, no es más importante que la vida. Lo que quiero decir es que la literatura sola no es capaz de cambiar realidades, y no es ese su propósito, sin embargo, puede sugerir cambios, justamente porque actúa en el campo de la sensibilidad, en el campo metafísico y estético. Por lo tanto, cuando pongo personajes de un determinado grupo social en mis narrativas, estoy, en realidad, intentando desnaturalizar el mundo. Estoy ofreciendo otro punto de vista, otra posibilidad interpretativa de la vida. Entonces, creo que, tal vez, teniendo acceso a un determinado tipo de personaje, el lector puede reflexionar y después, a partir de eso, puede promover algún debate.
¿Es posible conjugar el humor con temas tan serios como la pobreza o la discriminación?
Esta pregunta es interesante porque la mayoría de las veces termino, en un principio, excluyendo la posibilidad del humor en mis textos, tal vez porque los temas que acostumbro abordar no me permitan incluirlo o tal vez porque tenga una visión demasiado trágica con relación a la vida. El humor, para mí, fue la sal que tuve que aprender a usar para condimentar el dolor. La primera versión de O Beijo na parede era extremadamente triste. Entonces tuve que aprender a usar el humor como un recurso para humanizar a mis personajes, volverlos más complejos. Pero el humor al que me refiero no es aquel de la risa fácil, sino aquel que, en cierto modo, le causa algún tipo de incomodidad al lector. Creo que esto tiene que ver con la escuela machadiana de la que me siento seguidor. Los textos de Machado de Assis cargan este humor más ácido y contestatario, que no provoca una risa intensa, sino una risa dolorosa, casi avergonzada. Por ello, en este sentido, creo que el humor tiene ese poder de lidiar con cuestiones delicadas, como la pobreza y la discriminación.
¿Te considerás un escritor afrodescendiente? ¿Qué significa ser un escritor negro en Brasil?
El poeta Murilo Mendes, escritor perteneciente a la tercera generación del modernismo brasileño, era católico practicante. Sin embargo, en muchos poemas, Murilo ironizaba a la propia Iglesia y a los santos. Cuando le preguntaban si era un poeta católico, él decía que no. Decía que, ante todo, era poeta. Comparto la misma opinión. Antes que nada, me considero un escritor, sin adjetivos. Sin embargo, políticamente, sé que tengo que colocarme como un escritor afrodescendiente, pues el sistema literario en Brasil todavía es muy excluyente en este sentido. Infelizmente, el color y el género aún importan. La literatura tiene color en Brasil, y esta es blanca y masculina. Entonces ser un escritor negro significa romper barreras que aún dificultan que mi obra sea reconocida por lo que hago literariamente, y no por mi color. Sin embargo, sé que el camino es largo y es preciso estar atento.
¿Considerás que tu obra es localista? ¿Cómo imaginás que será recibida por el público extranjero?
En cierto sentido, todas las obras literarias son localistas, porque son enunciadas desde algún lugar y esto, en determinado momento, se va a reflejar en la narrativa. Ciertamente, existen autores que dejan marcas más evidentes del color
local. No me preocupa mucho esto. Creo que los dramas humanos serán siempre los mismos en cualquier lugar o época. Y creo que eso es lo más bello de la literatura: esa posibilidad de identificación con lo diverso, con lo diferente y atemporal. Esa alteridad que solo la literatura promueve, que es la de proponernos un acercamiento estético y afectivo a otras culturas. No sé cómo el público va a recibir mis textos porque, por más que uno intente imaginar un lector ideal, este siempre será una sorpresa.
Sabemos que has leído autores de habla hispana como Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges e incluso Cervantes, uno de los escritores que inauguraron tu biblioteca personal. ¿Qué dificultades con respecto al uso del lenguaje creés que encontraremos al traducir tus cuentos del portugués al español?
Los escritores hispanos fueron grandes responsables de mi formación literaria. Además de los citados en la pregunta, destaco otros que fueron muy importantes para mí, como los uruguayos Juan José Morosoli, quien tiene un libro de cuentos que me gusta mucho llamado El largo viaje de placer, Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti. Los argentinos Ernesto Sábato, Roberto Arlt, Macedonio Fernández, Alan Pauls y Julio Cortázar. El chileno Pablo Neruda. Entonces, a pesar de no dominar el español, tengo alguna familiaridad con la lengua.
En 2015, un traductor inglés me pidió permiso para traducir O beijo na parede. Él tradujo algunos capítulos y yo pude ver que había cierta dificultad en cuanto a ciertas expresiones idiomáticas muy específicas de Porto Alegre, o incluso con palabras del ámbito religioso, como la umbanda, por ejemplo. Con todo, pienso que una buena traducción es la que no necesariamente se mantiene fiel a la obra, sino aquella que consigue mantener su espíritu. En realidad, pienso que el traductor se vuelve coautor del texto, porque, además de la técnica, del dominio de la lengua y de la cultura, el traductor también traduce la biografía de los afectos contenidos en un texto literario, y eso, para mí, es extremadamente difícil.
¿Qué significa para vos ser traducido a otros idiomas?
Gracias a la traducción tenemos acceso a la literatura producida en el mundo. Creo que es una oportunidad de expandir y al mismo tiempo acercar nuestra literatura. Brasil es un país que no conoce a sus vecinos, y creo que ser traducido al español específicamente permite que ocurran intercambios culturales. Y claro, ser leído por otros lectores me genera curiosidad en cuanto a la recepción de la obra.
¿Qué nos podés adelantar sobre la novela en la que estás trabajando actualmente, Estela sem Deus, uno de cuyos fragmentos fue seleccionado para traducir por Pontis? ¿Tenés algún otro proyecto en mente?
Estoy trabajando en esta novela desde hace cuatro años aproximadamente. Estela es un personaje que convive conmigo hace mucho más tiempo, pero que, recientemente, empezó a mostrarse más. Se trata de un personaje de 16 años que, al salir de casa, va a vivir con una madrina a Rio de Janeiro. Pero la historia no es solo eso. De hecho, comienza después del encuentro de esa joven con una cartomántica de 75 años. En realidad, estoy contando el recorrido de ese encuentro y las reflexiones sobre el tiempo, sobre la videncia y la predicción. Después de tanto tiempo, creo que ya es momento de terminar la novela.
Tengo dos proyectos más por delante: un libro de crónicas, que son textos que publiqué en diarios y revistas en los últimos cinco años, de los cuales estoy reescribiendo algunos ahora; y también comencé una novela llamada A casa vazia. Pretendo hacer una investigación para profundizar en el asunto, pero la novela se trata de una historia real en la que una familia entera se encierra durante dos años en una casa, en el interior de São Paulo. Me resultó una historia muy intrigante y pretendo desarrollarla cuando termine Estela.
Te agradecemos mucho por tu tiempo, Jeferson, ha sido un placer.
Obras
A beleza e a tristeza. Porto Alegre: Grupo Habitasul, 2007. Premio Revelação Literária en la Feria del Libro de Porto Alegre.
Cavalos não choram. Paraná: Unioeste, 2008. Premio Paulo Leminski en la categoría cuento.
Estante revisitada. Porto Alegre: FAPA, 2012. Premio Laury Maciel en la categoría poema.
O beijo na parede. Porto Alegre: Sulinas, 2013. Premio AGES - Livro do Ano en la categoría narrativa.
«Bloom revisitado». En Partículas Subatômicas - Microcontos Brasileiros. Luiz Ruffato y José Santos (orgs.). São Paulo: Fiel carteiro, 2015.
«Mario Quintana». En Guia de leitura: 100 poetas que você precisa ler. Léa Masina, Ricardo Barberena y Vinicius Carneiro (orgs.). Porto Alegre: Editora LPM, 2015.
«Ninguém jogará as cinzas do pai sobre as pontes de Madison». En Antología Clint Eastwood (en línea), André Timm (org.), 19 de abril de 2016. Disponible en <https://antologiaclint.wordpress.com>.