Salí del cuarto con un terrible mareo de tanta hambre. Fui a buscar a Verónica, pero ella estaba en los días de depresión, entonces ...
Salí del cuarto con un terrible mareo de tanta hambre. Fui a buscar a Verónica, pero ella estaba en los días de depresión, entonces me pareció mejor no molestarla. Bajé las escaleras y prendí un cigarro para engañar al estómago. Caminé algunas cuadras. Cuando terminé el cigarro, el mareo se hizo más fuerte, era algo hasta bueno de sentir. Era un vértigo agradable, no podía mantener el equilibrio. De repente quedó todo oscuro y me desmayé. Me desperté con la cara de una linda muchacha que me preguntaba si estaba bien. Había un montón de gente a mi alrededor. Algunos pedían que se corrieran porque necesitaba respirar. Me sentí importante, pues nunca había visto tanta gente preocupada por mí. Sentía un fuerte dolor en la parte de atrás de la cabeza. Hasta pensé en hacer eso más veces. Estar sin comer también tiene sus ventajas. Desmayarse es bueno porque te desconectás de la vida por un rato y la gente deja todo lo que está haciendo para prestarnos atención. Con la ayuda de esa muchacha, pude levantarme. Algunas personas, cuando vieron que estaba mejor, comenzaron a irse. Otros dijeron que tenía que buscar un médico. La muchacha me preguntó si estaba bien y yo le dije que estaba con hambre. Ahí ella me tomó del brazo, como hacen las madres con los hijos cuando están enfermos, y me llevó a una cafetería. Tomé un milkshake de chocolate y comí un sándwich caliente. La muchacha me miraba muy conforme, y yo le retribuía sonriéndole. Después sonó su celular.
Saí do quarto com uma tontura fodida de tanta fome. Fui procurar a Verônica, mas ela estava nos dias de depressão, então achei melhor não incomodá-la. Desci as escadas e acendi um cigarro para enganar o estômago. Caminhei algumas quadras. Quando terminei o cigarro, a tontura ficou mais forte, sendo uma coisa até boa de sentir. Era uma vertigem gostosa; não conseguia me equilibrar. De repente tudo ficou escuro e apaguei. Acordei com a cara de uma moça bonita perguntando se estava bem. Havia um monte de gente na minha volta. Alguns pediam para dar espaço porque eu precisava respirar. Me senti importante, pois nunca tinha visto tanta gente preocupada comigo. Sentia uma forte dor na parte de trás da cabeça. Eu até pensei em fazer isso mais vezes. Ficar sem comer também tem as suas vantagens. Desmaiar é bom porque você desliga da vida por algum tempo e as pessoas param tudo o que estão fazendo para prestar atenção na gente. Com a ajuda dessa moça, consegui me levantar. Algumas pessoas, quando viram que eu estava melhor, começaram a sair. Outros disseram que tinha que procurar um médico. A moça perguntou se estava bem e eu disse que estava com fome. Aí ela me pegou no braço, assim como as mães fazem com os filhos doentes, e me levou numa lanchonete. Tomei um milk-shake de chocolate e comi uma torrada de presunto e queijo. A moça me olhava muito satisfeita, e eu retribuía sorrindo para ela. Depois o celular dela tocou.
Ella parecía ser una persona muy importante, pues hablaba casi gritando, daba órdenes de esto y de aquello. Colgó y dijo que tenía que irse, me preguntó si estaba bien. En realidad ya estaba cansado de esa pregunta. Lo que yo realmente quería decir es que nunca estuve bien y que, a veces, tengo ganas de quedarme mirando el techo igual que doña Dinorah. Pero ella ya no parecía preocupada por mí. Me preguntó dónde vivía, que ella me llevaría en auto. Le agradecí y le dije que no era necesario. La muchacha me dejó veinte reales y me dijo que me cuidara. Salí de la cafetería solo, porque la muchacha parecía muy ocupada y apenas se despidió de mí. Sentía un fuerte dolor detrás de la cabeza. Debí haberme golpeado cuando me desmayé. Ese día me lo tomé libre. No estaba en condiciones de hacer mucha cosa, me sentía débil, incluso con el milkshake agitándose en mi estómago. Pasé por la panadería y compré pan para don Ramiro. Cada vez que salía tenía miedo de volver y encontrar a don Ramiro muerto, pues no tenía idea de por cuánto tiempo los viejos logran soportar la vida. Si Dios envejeciera, vería lo que es bueno. Don Ramiro dijo que Dios nunca envejece porque no tiene edad. Esa es buena. Así es fácil vivir.
Ela parecia ser uma pessoa muito importante, pois falava quase gritando, dava ordem disso e daquilo. Ela desligou e falou que tinha que ir, perguntou se estava bem. Eu na verdade já estava cansado daquela pergunta. Eu queria mesmo dizer que nunca estive bem e que, às vezes, tenho vontade de ficar olhando para o teto igual à dona Dinorah. Mas ela não parecia mais preocupada comigo. Perguntou onde eu morava que ela me levaria de carro. Eu agradeci e disse que não precisava. A moça me deixou 20 reais e falou para eu ficar bem. Saí da lanchonete sozinho, porque a moça parecia muito ocupada e mal se despediu de mim. Eu sentia uma forte dor atrás da cabeça. Devia ter batido quando apaguei. Naquele dia me dei folga. Não tinha condições de fazer muita coisa, me sentia fraco mesmo com aquele milk-shake chacoalhando no meu estômago. Passei na padaria e comprei pão para o seu Ramiro. Toda vez que eu saía eu tinha medo de voltar e encontrar o seu Ramiro morto, pois eu não fazia ideia de por quanto tempo os velhos conseguem suportar a vida. Se Deus envelhecesse, iria ver o que é bom pra tosse. Seu Ramiro disse que Deus não fica velho porque não tem idade. Essa é boa. Assim é fácil viver.
Don Ramiro estaba despierto, pensando en la vida cuando llegué. Dijo que le dolía la pierna cada vez más. Se puso contento cuando le traje pan para el desayuno. No le conté nada sobre mi desmayo para no preocuparlo. Después agarré el libro de Don Quijote y fui a una plaza a recordar a mi madre. Recordarla era algo que me agradaba y ya no me ponía triste. Incluso sin entender mucho del libro, leía algunos fragmentos en voz alta para los pájaros, para los árboles. Y yo sabía que ellos me podían entender. Me gustaba recordar mi época de escuela, del maestro Divino y de la maestra Ernestina rezongándonos. Y un día, cuando pueda, voy a darle un beso.
Tenía que ser realista, pues las cosas en ese conventillo solo estaban empeorando. Si por lo menos tuviese a mi caballo Campeão, podría buscarle la vuelta a la situación. Pouca Força intentó ayudarme diciendo que la vida es así. Él y yo hasta hicimos unos robos en los supermercados y en las tiendas, pero hacer eso se estaba volviendo peligroso. Algunos guardias de seguridad ya nos junaban. Fui a conversar con Bento y a fumar otro cigarro. Le conté sobre mi desmayo. Bento dijo que no está bueno andar desmayándose como una mujercita, porque eso le hace mal a la reputación de un hombre. También dijo que si yo quisiera derribar a alguien, debería comer bien. Bento nunca estaba triste, pero tampoco nunca sonreía. Estaba siempre preparado.
Seu Ramiro estava acordado, pensando na vida quando cheguei. Ele disse que a perna lhe doía cada vez mais. Ficou contente quando lhe trouxe pão para o café. Não contei nada a ele sobre o meu desmaio para não preocupá-lo. Depois peguei o livro do Dom Quixote e fui para uma praça me lembrar da minha mãe. Lembrar-me dela era uma coisa que me agradava e já não me deixava triste. Mesmo não entendendo muita coisa do livro, eu lia uns trechos em voz alta para os pássaros, para as árvores. E eu sabia que eles podiam me entender. Gostava de lembrar do meu tempo de escola, do professor Divino e da professora Ernestina xingando a gente. E um dia, quando puder, vou dar um beijo nela.
Eu tinha de ser realista, pois as coisas naquele cortiço só estavam piorando. Se pelo menos eu tivesse o meu cavalo Campeão, eu poderia dar um jeito naquela situação. O Pouca Força tentou me ajudar dizendo que a vida é assim mesmo. Eu e ele até fizemos uns roubos nos supermercados e nas lojinhas, mas fazer isso estava ficando perigoso. Alguns seguranças já nos manjavam. Fui conversar com o Bento e fumar mais um cigarro. Contei para ele sobre o meu desmaio. Bento disse que não é legal ficar desmaiando feito mulherzinha, porque isso faz mal para a reputação de um homem. Disse também que se eu quisesse derrubar alguém era preciso comer direito. Bento nunca ficava triste, mas também nunca sorria. Estava sempre preparado.
Debe ser así que las personas se comportan cuando quieren ganarle a la vida. Tuve otras sesiones de boxeo con él. Después Bento me dio tres paltas y me dijo que las comiera con leche y que eso no me dejaría caer como una mujercita en la calle. Cuando volví al cuarto, don Ramiro no estaba. Tuve miedo nuevamente, pues el viejo nunca salía para nada. Bajé las escaleras como cuete. Tuve ganas de vomitar, no estaba bien. Pero me aguanté porque no se puede estar desperdiciando comida así, sin más ni menos. Recorrí algunas calles hasta encontrarlo en el bar del portugués Joaquim. Don Ramiro estaba tirado en una mesa completamente borracho, intentando espantar las moscas. Yo ya había visto muchas cosas tristes en mi vida, pero esa escena me dolía hasta los huesos. Don Joaquim dijo que le había pedido a don Ramiro que parara, pero él no quiso saber de nada y dijo que estaba pagando y quería tomar. Don Ramiro apenas se sostenía. Me costó un buen rato convencerlo de volver al cuarto. El portugués tuvo que cerrar el bar por un rato para ayudarme a llevarlo a casa. Cuando llegamos al cuarto, don Joaquim se puso triste con lo que vio.
«No imaginaba que la situación de don Ramiro fuese esta», dijo el portugués mirando alrededor.
Yo sabía que no teníamos mucha cosa, pero no tenía mucha noción de cuán miserable era nuestra situación, a no ser cuando alguien se preocupaba, y parece que las personas solo se preocupan cuando las ataca la culpa.
Deve ser assim que as pessoas se comportam quando querem ganhar da vida. Tive mais umas sessões de boxe com ele. Depois o Bento me deu três abacates e me disse para comer com leite e que isso não me deixaria cair feito mulherzinha na rua. Quando voltei ao quarto, seu Ramiro não estava. Fiquei novamente com medo, pois o velho nunca saía para nada. Desci as escadas como um foguete. Tive vontade de vomitar; não estava bem. Mas me segurei porque não se pode ficar desperdiçando comida assim sem mais nem menos. Percorri algumas ruas até encontrá-lo no bar do português Joaquim. Seu Ramiro estava jogado numa mesa completamente bêbado, tentando espantar as moscas. Eu já tinha visto muita coisa triste na minha vida, mas aquela cena me doía nos ossos. Seu Joaquim disse que havia pedido para que o seu Ramiro parasse, mas ele não quis saber e falou que estava pagando e queria beber. Seu Ramiro mal se aguentava. Custei um bom tempo para convencê-lo a voltar para o quarto. O português teve que fechar o bar por um tempo para me ajudar a levá-lo para casa. Quando chegamos no quarto, seu Joaquim ficou triste com o que viu.
“Não imaginava que a situação do seu Ramiro estava desse jeito”, disse o português olhando em volta.
Eu sabia que não tínhamos muita coisa, mas não tinha muita noção do quanto nossa situação era miserável a não ser quando alguém se preocupava, e parece que pessoas só ficam preocupadas quando são atacadas pela culpa.
Ahora yo podía ver que el cuarto era una mugre sola, todo jedía a moho. La única ventana del cuarto tenía el vidrio roto. Don Ramiro no se lavaba la ropa y casi parecía un mendigo. Yo no estaba muy diferente, pero eso no me importaba, pues estar así en la vejez es mucho peor.
—Ser pobre no es tan malo, don Joaquim—, dije, porque vi que al portugués se le empezaron a llenar los ojos de agua.
—¿Cómo, muchacho? ¿Qué estás diciendo?
—Don Ramiro me dijo que no es bueno tener todo porque así no tenemos motivos para vivir.
El portugués parecía perplejo conmigo.
—Pero ustedes no tienen nada—, dijo con voz trémula.
—Así es mejor, don Joaquim, pues quien no tiene nada puede inventar miles de motivos para no morir.
Agora eu conseguia ver que o quarto estava numa sujeira só; tudo fedia a mofo. A única janela do quarto estava com o vidro quebrado. Seu Ramiro não lavava as roupas e quase parecia um mendigo. Eu não estava muito diferente, mas não me importava com isso, pois ficar assim na velhice é bem pior.
“Ser pobre não é tão ruim assim, seu Joaquim”, eu disse porque vi que o português começou a encher os olhos d’água.
“Como, rapaz? O que estás a dizer?”
“Seu Ramiro me disse que não é bom ter tudo porque senão a gente não tem motivo para viver.”
O português parecia perplexo comigo.
“Mas vocês não têm nada”, ele disse com uma voz trêmula.
“Assim é melhor, seu Joaquim, pois quem não tem nada pode inventar milhares de motivos para não morrer.”
Vi que don Joaquim no estaba muy bien. Agarró un pañuelo y comenzó a sonarse la nariz. Después me miró por un rato y me dijo que estaba muy flaco.
—¿Qué edad tienes?
—Once.
—Tú estás muy flaco—, dijo, repitiendo con tristeza.
Don Joaquim me ayudó a llevar a don Ramiro a la cama. Después dijo que necesitaba volver porque no podía dejar el bar cerrado tanto tiempo. Preguntó si podía ayudarnos en algo. Fue ahí que tuve una idea, pues don Joaquim tenía una camioneta que usaba para transportar sus mercaderías.
—Don Joaquim, ¿usted conoce el mar?
El portugués se quedó mirándome sin entender el objetivo de mi pregunta, y creo que hasta pensó que el hambre me había afectado el cerebro.
—Sí, pues claro que lo conozco. ¿Pero por qué me preguntas sobre eso?
Vi que seu Joaquim não estava muito bem. Ele pegou um lenço e começou a assoar o nariz. Depois me olhou por um tempo e disse que eu estava muito magro.
“Que idade você tem?”
“Onze.”
“Tu estás muito magro”, disse ele, repetindo com tristeza.
Seu Joaquim me ajudou a levar o seu Ramiro para cama. Depois disse que precisava voltar porque não podia deixar o bar fechado tanto tempo. Perguntou se poderia nos ajudar em alguma coisa. Foi daí que tive uma ideia, pois seu Joaquim tinha uma caminhonete que ele usava para transportar suas mercadorias.
“Seu Joaquim, o senhor conhece o mar?”
O português ficou me olhando sem entender o propósito da minha pergunta, e acho que até pensou que a fome já tinha afetado o meu cérebro.
“Sim, é claro que eu conheço, ora pois. Mas por que estás a perguntar sobre isso?”
—Es que no conozco el mar.
Lo sé, sé que le estaba mintiendo a don Joaquim, pero ¿quién no miente?
—Oh, qué pena que no conoces el mar—, dijo don Joaquim.
Después miró nuevamente a don Ramiro y dijo:
—Ahora debo irme.
Cuando don Joaquim estaba en la puerta le dije:
—Don Joaquim, ¿usted nos lleva a una playa?
—¿Cómo?
—Me gustaría que usted nos llevara a mí y a don Ramiro cerca del mar.
—Caramba, muchacho, lamentablemente no puedo hacerlo. Tú sabes que tengo mucho trabajo en el bar. Además, la playa queda lejos de aquí.
—Creo que don Ramiro se va a morir si no ve el mar—, dije como chantaje.
—¿Cómo?—, preguntó.
“É que eu não conheço o mar.”
Eu sei, eu sei que estava mentindo para o seu Joaquim, mas quem é que não mente?
“Oh, é uma pena que não conheces o mar”, disse seu Joaquim.
Depois olhou novamente para o seu Ramiro e falou:
“Agora preciso ir.”
Quando seu Joaquim estava na porta, eu disse:
“Seu Joaquim, o senhor nos leva para uma praia?”
“Como?”
“Gostaria que o senhor levasse eu e o seu Ramiro para perto do mar.”
“Puxa, rapaz, infelizmente não posso fazer isso. Tu sabes que tenho muito trabalho no bar. Além disso, a praia fica longe daqui.”
“Acho que seu Ramiro vai morrer se não for ver o mar”, eu disse como chantagem.
“Como assim?”, perguntou ele.
—Don Ramiro me dijo que no aguanta más estar así y que necesita el mar para seguir viviendo.
El portugués soltó el pestillo y se quedó mirando a don Ramiro, que a esa altura ya estaba roncando. Y yo creo que don Joaquim ya no quería estar triste, por eso resolvió arrimarnos hasta la playa, pero dijo que no podría traer a nadie de vuelta porque tenía mucho para hacer. Le dije que no se preocupara, que yo me las arreglaría. Después el portugués me miró y me dijo que era un muy buen muchacho. En realidad ya estaba cansado de escuchar que era un muy buen muchacho, pero a veces está bueno recibir un poco de cariño.
Fragmento de la novela homónima ya publicada.
Traducción de Leticia Lorier.
“Seu Ramiro me disse que não aguenta mais ficar assim e que ele precisa do mar para continuar vivendo.”
O português largou a maçaneta e ficou olhando o seu Ramiro, que nessa altura já estava roncando. E eu acho que o seu Joaquim não queria mais ficar triste, por isso resolveu nos dar uma carona até a praia, mas disse que não poderia trazer ninguém de volta porque tinha muito o que fazer. Eu falei para ele não se preocupar com isso, pois daria um jeito. Depois o português me olhou e disse que eu era um menino muito bom. Na verdade eu já estava cansado de ouvir que eu era um menino muito bom, mas às vezes é legal ganhar um pouco de carinho.
Trecho do romance homônimo já publicado.