¿Ya habías leído a Mario Levrero cuando te invitaron a traducir La novela luminosa? ¿Cómo llegaste a traducir esta novela?
McDermott: Terminé traduciendo la novela gracias a una serie de coincidencias. Había estado leyendo La ciudad de Levrero, en un viaje a Montevideo y Buenos Aires, donde me encontré con un amigo que trabajaba para la editorial And Other Stories en ese momento. Esta editorial ya estaba interesada en Levrero, así que me pidieron que realizara reseñas de algunas de sus novelas. Escribí algunas muy entusiastas, y quedé encantada cuando ellos y Coffee House Press compraron los derechos de El discurso vacío y La novela luminosa y me pidieron que los tradujera. Primero, traduje El discurso vacío, lo que me permitió una introducción divertida y fascinante al universo levreriano antes de sumergirme en La novela luminosa.
¿Cuál fue la metodología que utilizaste para traducir La novela luminosa? ¿Hubo alguna exigencia de la editorial?
McDermott: La principal diferencia entre la traducción de La novela luminosa y la de otros proyectos en los que he trabajado es su duración: tengo un año en total, lo que me da mucho tiempo para conocer realmente a Levrero. Además, siento que nuestras vidas tienen cosas en común: Levrero recibió una beca Guggenheim que le permitió pasar un año sentado en su apartamento trabajando en la novela, mientras que yo tengo la misma cantidad de tiempo (y una beca PEN Translates) para sentarme en mi cocina y traducirla. Disfruté tratando de hacer mi vida lo más levreriana posible: grabando mis sueños, observando el comportamiento de las arañas en mi jardín, convirtiéndome en adicta a jugar al solitario en la computadora e incluso usando programas de Visual Basic para organizar los documentos que contienen mi traducción. También me inscribí en uno de los talleres de escritura creativa virtual de Levrero, que uno de sus estudiantes continuó dando después de su muerte. Está diseñado para transmitir algunas de las técnicas que usó Levrero en sus propios escritos, entonces estoy ansiosa por conocer su trabajo desde adentro hacia afuera también.
Aparte de convertirme gradualmente en Levrero (¡!), mi método ha sido similar al de la mayoría de las traducciones en las que trabajo, que implica interminables tareas de redacción, reescritura y lectura en voz alta de mis borradores.
¿Cuáles fueron los principales desafíos de esta traducción?
McDermott: Por supuesto, el hecho de que Levrero ya no esté vivo hace las cosas más difíciles. Hay muchas preguntas que desearía poder hacerle sobre el texto y que resolver de otra manera requiere mucho trabajo de detective. Tuve la suerte de estar en contacto con varios amigos de Levrero, así como con algunos críticos y académicos, e incluso algunas personas que aparecen como personajes en el libro, quienes me han ayudado mucho con algunas de las referencias más enigmáticas. También se me otorgó una beca para pasar un tiempo en Montevideo este otoño para trabajar en la traducción, lo que será una buena oportunidad para aclarar algunos misterios más.
Las reflexiones de Levrero sobre las peculiaridades de la lengua española también pueden ser difíciles de traducir: ¿qué hacer, por ejemplo, con un párrafo completo sobre cómo el español no tiene el verbo tipiar o la palabra tipiador, pero sí tiene tipiadora?
También está el desafío de incorporar la carismática, divertida y extremadamente idiosincrática voz de Levrero al inglés, y mantenerla consistente en un texto tan largo. Cada vez que escucho una palabra o frase que creo que Levrero usaría, la escribo. Lo he estado haciendo durante seis meses y ha sido una forma útil de moldear su voz en inglés.
¿Cómo definirías la escritura de Levrero en tu traducción al inglés?
McDermott: Es un verdadero placer traducir a Levrero al inglés: el humor irónico, a menudo sarcástico, que subyace en gran parte de lo que dice encaja perfectamente en el idioma. También me gusta mucho reconstruir sus oraciones largas y sinuosas: tiene una tendencia a dejarse llevar, agregando capa por capa de detalle, especulación o calificación a lo que está diciendo, y luego tiene que comenzar la oración de nuevo desde el principio cuando ya iba por la mitad. Y, sin embargo, lo bueno de Levrero es que siempre tiene el control: su escritura parece tan libre y sin esfuerzo, pero cuando tienes que recrearla tú mismo, te das cuenta de que todo está perfectamente equilibrado.
En tu opinión, ¿Levrero tiene alguna afinidad literaria en el mundo de habla inglesa?
McDermott: La propia lectura de Levrero fue voraz, variada e internacional, desde I Ching hasta Reader’s Digest, y solo en La novela luminosa lo vemos devorando a Somerset Maugham, GK Chesterton, William Burroughs y Philip K. Dick, por nombrar algunos. Me da la impresión de que veía la escritura como una búsqueda sin fronteras, y se sentía tan cerca de Kafka, por ejemplo, como de sus contemporáneos latinoamericanos. Tiene una fascinación particular por Burroughs, que creo interesante porque son a la vez muy parecidos y polos opuestos.
Tienen algunos intereses en común, como la cuestión de si los seres «hechos de materia menos densa que un humano» pueden cruzar el plano astral y terminar en la cama contigo, pero donde el experimentalismo de Burroughs puede sentirse frío, sin emociones y fragmentario, el trabajo de Levrero siempre se siente cálido, basado en la realidad cotidiana y, sobre todo, inmensamente humano. Sin embargo, en lo que se refiere a las similitudes entre el trabajo de Levrero y el de los autores de habla inglesa, creo que la excentricidad indisciplinada y enmarañada de La novela luminosa me recuerda a casi todos los volúmenes de Tristram Shandy de Laurence Sterne.
Annie McDermott traduce ficción y poesía del español y del portugués al inglés. Su traducción de El discurso vacío y La novela luminosa de Mario Levrero se publicará por Coffee House Press en Estados Unidos y por And Other Stories en el Reino Unido, y también se encuentra traduciendo novelas de Ariana Harwicz (con Carolina Orloff) y Brenda Lozano para Charco Press. Su cotraducción de La ciudad de Ulises de Teolinda Gersão (con Jethro Soutar) fue publicada por Dalkey Archive Press, y sus traducciones más cortas han aparecido en la antología Take Six: Six Portuguese Women Writers, publicada por Dedalus Press y The White Review, Granta, World Literature Today y Asymptote, entre otros. Además de traducir, McDermott edita libros para Charco Press y los revisa para Times Literary Supplement. En 2013, fue finalista del Premio Harvill Secker Young Translators con una traducción del portugués y en 2014 completó una tutoría de seis meses con la galardonada traductora Margaret Jull Costa. En 2018, la Universidad de Oxford le otorgó una beca Alice Horsman para financiar un viaje de dos meses a Uruguay para trabajar en su traducción de La novela luminosa. McDermott vivió anteriormente en la Ciudad de México y en San Pablo, Brasil, y actualmente está instalada en Londres.
¿Ya conocías la obra de Mario Levrero cuando te invitaron a traducir La novela luminosa? ¿Cómo llegaste a hacer esa traducción?
Xerxenesky: Sí, pero estaba más familiarizado con la primera fase de la carrera de Levrero, que tendía a lo fantástico. Yo era un gran entusiasta del libro de cuentos La máquina de pensar en Gladys, inédito en Brasil. Quien me presentó al autor fue Joca Reiners Terron, que también lo tradujo (Deixa comigo, publicado por Rocco). Joca es un profundo conocedor de la literatura latinoamericana contemporánea y hace más de diez años me presenta escritores nuevos. Él fue quien me mostró a Roberto Bolaño, bastante antes de que el chileno se transformara en un fenómeno editorial. Y fue justamente él quien recomendó mi nombre para traducir a Levrero en Companhia das Letras.
¿Cuál fue la metodología de trabajo utilizada en tu traducción de La novela luminosa? ¿Hubo exigencias de la editorial?
Xerxenesky: La editorial hizo lo mismo que otras: definió un precio por página y un plazo. En este caso, el plazo era de cinco meses. Hice lo que hago siempre: calculé el número de páginas que necesitaría traducir por día, dejando un espacio de diez días para la revisión, y cumplí la meta. El trabajo de traducción exige una disciplina bastante rígida, aún más cuando se trata de un libro de ese porte.
Tengo el orgullo de jamás haberme atrasado en una entrega. Y, sin embargo, hay traducciones que quedarían mejores si tuviera más tiempo disponible (a veces las editoriales piden uno o dos meses para la traducción de un libro de trescientas páginas). No fue el caso de Levrero, creo que cinco meses fueron suficientes. Incluso porque el editor, Emilio Fraia, apostó bastante por el libro y supervisó todo el proceso. La correctora, Silvia Massimini Felix, hizo un trabajo excelente, y tuve la oportunidad de cotejar su corrección. Son pocos los editores que permiten que el traductor analice el trabajo que otra persona hace sobre su traducción. Siempre es arriesgado cuando una editorial grande decide lanzar un libro extenso (por lo tanto, caro de producir) de un autor poco conocido por el público brasilero. Como era una apuesta de Companhia das Letras, creo que todos los involucrados en el proceso fueron muy cuidadosos.
¿Cuáles fueron los principales desafíos de esta traducción?
Xerxenesky: Puede parecer ridículo, pero los fragmentos que me hacían gritar de frustración eran las escenas de sueño, y hay muchas en el libro. Cuando Levrero decide describir un sueño, su prosa se vuelve vaga, no por lo abstracta, sino por lo imprecisa. Pasa líneas y líneas explicando cómo es un escenario bastante difícil de visualizar. Hay un momento en el libro en que el propio narrador reconoce que su descripción fue un fracaso y que, probablemente, no será comprendida.
Más allá de eso, no hubo grandes dificultades. Alguna que otra expresión muy uruguaya1. En esos casos, consultaba a mi amigo y traductor Miguel del Castillo, de origen uruguayo.
¿Cómo definirías la escritura de Levrero en su traducción al portugués?
Xerxenesky: Mi gran preocupación fue dejar que la lectura fluyera, dando la impresión de que el libro había sido escrito en portugués. Ya traduje autores que realizan muchos malabarismos con el lenguaje, pero no era el caso de esta obra específica de Levrero. Hay una coloquialidad casi banal en lo diario, que busqué conservar al máximo. En algunas traducciones, vale la pena mantener cierto extrañamiento. En este caso, opté por dejar mucho «acento», digamos.
En tu opinión, ¿con qué autores Levrero tendría afinidad en Brasil?
Xerxenesky: ¿El Levrero de esta fase tardía de El discurso vacío y La novela luminosa? Diría que pocos. En realidad, no se me ocurre ninguno (lo que no es una crítica, sino solo una constatación).
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1 N. T.: En la entrevista original en portugués, Xerxenesky usa esa expresión en español.
Está muy en boga (excesivamente, tal vez) la autoficción en Brasil, la escritura del yo, el transformarse en protagonista. Y, sin embargo, lo que pasamos a llamar autoficción en Brasil tiene poco en común con la escritura de Levrero. En La novela luminosa, el autor no esconde lo que hay de más desagradable en sí, así como no elimina las partes monótonas y banales de lo cotidiano que describe. Es casi una sesión de análisis (autoanálisis, en este caso) de un escritor de un país periférico. Olvidando un poco a Brasil, llega a ser hasta cómico comparar La novela luminosa con la serie Mi lucha del noruego Karl Ove Knausgaard, que también es excesiva, autobiográfica e incluye escenas banales. Mientras Knausgaard vive en un país donde no necesita preocuparse por ganar plata y puede vivir la vida de escritor (y el peor día de su vida es llevar a su hija a una clase de gimnasia), Levrero entra en cortocircuito al ganar una beca para terminar su novela. Todo el libro de Levrero transpira esa disconformidad del escritor que gana plata, por primera vez, para escribir un libro. El artista latinoamericano existe en una posición de precariedad e inseguridad, lo que puede terminar produciendo un gran arte.
Antônio Xerxenesky nació en 1984, en Porto Alegre, y se radicó en San Pablo. Es escritor y traductor, autor, entre otros, de As perguntas (Companhia das Letras, 2017) y F (Rocco, 2014, finalista del Prêmio São Paulo y primera selección del Prix Médicis Étranger por mejor libro extranjero publicado en Francia). Su obra fue traducida al francés, al italiano y al español. Es doctorando en Teoría Literaria en la Universidad de San Pablo, Brasil. Como traductor, vertió más de veinte libros del inglés y del español al portugués. Xerxenesky fue escritor residente del International Writing Program, en la Universidad de Iowa (Estados Unidos) y en la Fundación Jan Michalski en Montricher (Suiza).
Annie McDermott traduce ficción y poesía del español y del portugués al inglés. Tradujo El discurso vacío y La novela luminosa de Mario Levrero para Coffee House Press y And Other Stories. Además de traducir, McDermott es editora y revisora. En 2018, la Universidad de Oxford le otorgó una beca Alice Horsman para financiar un viaje de dos meses a Uruguay para trabajar en su traducción de La novela luminosa.
Antônio Xerxenesky es escritor y traductor. Su obra fue traducida al francés, al italiano y al español. Es doctorando en Teoría Literaria en la Universidad de San Pablo, Brasil. Como traductor, vertió más de veinte libros del inglés y del español al portugués. Xerxenesky fue escritor residente del International Writing Program, en la Universidad de Iowa (Estados Unidos) y en la Fundación Jan Michalski en Montricher (Suiza).