La sala de teatro es subterránea. Yo he dejado un sobretodo marrón y un pañuelo blanco sobre la butaca que me corresponde pero, cuando vuel...
La sala de teatro es subterránea. Yo he dejado un sobretodo marrón y un pañuelo blanco sobre la butaca que me corresponde pero, cuando vuelvo, vacilo en reconocerlos; temo que otra persona pueda decir que le pertenecen, y que esa otra persona tenga razón, porque siempre he sido distraído en cuestión de vestimentas y en algunas otras cuestiones prácticas. Pero no veo a nadie que enfile hacia el lugar donde me encuentro, y decido sentarme.
La función comienza de inmediato. Al levantarse el telón se oye música y aparecen unos actores que cantan. Yo me acomodo mejor, pero el resto del público, en su mayoría, comienza a reírse despectivamente; hay quienes gritan algunas palabras, y casi todos se levantan y se van. Quedamos pocos espectadores; yo no entiendo qué es lo que está sucediendo y siento una cierta solidaridad con los actores, y aunque no hay en el teatro nada que me resulte especialmente atractivo, resuelvo quedarme, como para acompañarlos. Sin embargo, el escenario pronto queda vacío.
Hay algo en ese escenario, tal vez a causa de la iluminación; algo que, en medio del silencio y de la soledad de la sala, comienza a sugerirme en clima de novela policial o, más exactamente, de misterio. Me siento imbuido de ese espíritu aventurero de las novelas y decido subir al escenario por una escalerita lateral. Mis pasos resuenan al moverme sobre las tablas.
A sala de teatro é subterrânea. Deixei um sobretudo marrom e um lenço branco sobre a poltrona que me corresponde mas, quando volto, vacilo em reconhecê-los; temo que outra pessoa possa dizer que lhe pertencem, e que essa outra pessoa tenha razão, porque sempre fui distraído em questão de vestimentas e em algumas outras questões práticas. Mas não vejo ninguém se dirigindo à direção onde me encontro, e decido me sentar.
A peça começa imediatamente. Ao levantar-se a cortina ouve-se música e aparecem alguns atores que cantam. Eu me acomodo melhor, mas o resto do público, na sua maioria, começa a rir depreciativamente; há quem grite algumas palavras, e quase todos se levantam e vão embora. Ficamos poucos espectadores; não entendo o que está acontecendo e sinto uma certa solidariedade com os atores e, ainda que não haja no teatro nada que me pareça especialmente atrativo, decido ficar, como que para acompanhá-los. No entanto, o cenário logo fica vazio.
Há algo nesse cenário, talvez por causa da iluminação; algo que, no meio do silêncio e da solidão da sala, começa a sugerir-me um clima de romance policial ou, mais exatamente, de mistério. Sinto-me imbuído desse espírito aventureiro dos romances e decido subir ao palco por uma escadinha lateral. Meus passos ressoam ao mover-me sobre as tábuas.
Voy derecho a un armario y allí encuentro lo que necesitaba: un disfraz. Me lo pongo rápidamente, sin poder llegar a saber con certeza si es un disfraz de perro, o de lobo, o de algún animal de tamaño parecido. Puesto el disfraz, comienzo a andar en cuatro patas, con la disposición mental propia de un detective que busca pistas. Atravieso algunas habitaciones vacías. En una de ellas, levanto una colilla de cigarrillo con la pata derecha y la examino detenidamente, acercándola al ojo miope; luego la arrojo otra vez al piso, y me pongo a espiar por el ojo de una cerradura. Se trata de una habitación pequeña. En su interior hay una señora que lava ropa en una pileta.
Sigo recorriendo toda la casa y cuando paso nuevamente por aquella habitación vuelvo a mirar por el ojo de la cerradura; veo que la mujer ya se ha ido. Entonces abro la puerta y entro a esa habitación, y allí otra persona me permite pasar al exterior. Me encuentro en un jardín, o un trozo de campo. Hay una mesa puesta a la sombra de un árbol frondoso. Me ubico a un costado del árbol como para quedar oculto de las miradas de quienes puedan mirar desde la casa, y me quito el disfraz y lo escondo entre unos matorrales. Me alegro de volver a andar erguido.
Cerca de allí hay un bosque que me recuerda los cuentos infantiles; es un bosque como el de Hansel y Gretel, o como los bosques de Walt Disney. Y, efectivamente, veo pasar entre unos árboles al Pato Donald seguido de sus sobrinos. Me miro las manos y me doy cuenta de que soy el Ratón Mickey; es como si saliera de un prolongado estado de amnesia, y me alegro de haber tomado consciencia de mi identidad. Entonces avanzo hacia un edificio, con la idea de que estoy cumpliendo una misión muy importante; en ese lugar, lo sé, hay cantidad de documentos relativos a ciertos secretos de Estado.
Vou direto a um armário e ali encontro o que precisava: uma fantasia. Coloco-a rapidamente, sem chegar a saber com certeza se é uma fantasia de cachorro, de lobo ou de algum animal de tamanho parecido. Vestida a fantasia, começo a andar de quatro patas, com a disposição mental própria de um detetive que procura pistas. Atravesso alguns cômodos vazios. Em um deles, levanto uma guimba de cigarro com a pata direita e a examino atentamente, aproximando-a ao olho míope; depois a atiro outra vez ao chão e começo a espiar pelo buraco de uma fechadura. Trata-se de um cômodo pequeno. Em seu interior há uma senhora que lava roupa em uma pia.
Sigo percorrendo toda a casa e, quando passo novamente por aquele cômodo, volto a olhar pelo buraco da fechadura; vejo que a mulher já se foi. Então abro a porta e entro nesse cômodo, e ali outra porta me permite ir ao exterior. Encontro-me em um jardim, ou um pedaço de campo. Há uma mesa posta à sombra de uma árvore frondosa. Coloco-me a um lado da árvore como que para ficar oculto dos olhares de quem possa olhar da casa, e tiro a fantasia e a escondo entre uns matos. Alegro-me de voltar a andar erguido.
Perto dali há um bosque que me lembra os contos infantis; é um bosque como o de João e Maria, ou como os bosques de Walt Disney. E, efetivamente, vejo passar entre umas árvores o Pato Donald seguido de seus sobrinhos. Olho minhas mãos e percebo que sou o Mickey Mouse; é como se eu saísse de um prolongado estado de amnésia, e alegro-me de ter tomado consciência de minha identidade. Então avanço em direção a um edifício, com a ideia de que estou cumprindo uma missão muito importante; nesse lugar, eu sei, há uma quantidade de documentos relativos a certos segredos de Estado.
Ya en el interior del edificio, intento subir por una amplia escalera de mármol, pero apenas avanzo unos metros soy detenido por un hombre, mientras a mis espaldas se aglomera una gran cantidad de gente, junto a la puerta de entrada. Hay un clima de intensa sospecha hacia mí, tanto de parte de ese hombre como de la gente que me corta el camino hacia la salida. Vivo momentos de gran confusión, porque no debo revelar mi condición de agente secreto y al mismo tiempo necesito explicar mi presencia en ese lugar. El hombre de la escalera me mira en forma amenazadora, y parece que va a hacer algo que sin duda no me va a gustar. Afortunadamente, alguien me alcanza un raro instrumento, una especie de acordeón, o de bandoneón. Lo tomo en mis manos y de inmediato comienzo a tocar una melodía, que resulta ser simple pero muy profunda, muy sentida. Temo que descubran que no soy músico, pero las notas se van encadenando como por sí solas unas con otras y la melodía se va resolviendo sin ninguna falla. El público aplaude, conmovido, e incluso el hombre que no me dejaba pasar me tiende la mano y me felicita. Por suerte, esta vez todo se resolvió sin mayores contratiempos.
Já no interior do edifício, tento subir por uma ampla escada de mármore, mas mal avanço uns metros sou detido por um homem, enquanto às minhas costas aglomera-se uma quantidade de pessoas junto à porta de entrada. Há um clima de intensa suspeita contra mim, tanto por parte desse homem quanto das pessoas que me cortam o caminho para a saída. Vivo momentos de grande confusão, porque não devo revelar minha condição de agente secreto e ao mesmo tempo preciso explicar minha presença nesse lugar. O homem da escada me olha de forma ameaçadora e parece que vai fazer algo que sem dúvida não vou gostar. Felizmente, alguém me alcança um raro instrumento, uma espécie de acordeom ou bandoleom. Tomo-o em minhas mãos e de imediato começo a tocar uma melodia, que acaba sendo simples mas muito profunda, muito sentida. Temo que descubram que não sou músico, mas as notas vão se encadeando como por si mesmas umas com as outras, e a melodia vai se resolvendo sozinha sem nenhum erro. O público aplaude, comovido, e inclusive o homem que não me deixava passar estende a mão e me felicita. Por sorte, desta vez tudo se resolveu sem maiores contratempos.
Tradução de Cássia Paiva.