—Antes —dije, subrayando la palabra—, antes existía. Ahora no está más. Se murió. La felicidad de haber encontra...
–El Lobo, ¿viene?
La niña desconocida irrumpió con esa pregunta en mi vida y en la serenidad de la noche. Yo quise estar a la altura de las circunstancias y respondí con tranquilidad y aplomo:
—No, no viene.
Y en seguida fui más allá de lo que se esperaba de mí:
—No hay lobos— añadí. Eso la hizo desconfiar, porque ella no había hablado de lobos en general, sino de un lobo concreto y específico: el Lobo. Mi respuesta chocaba con sus expectativas, con lo que le habían enseñado y, casi diría, con su experiencia de vida. La pregunta era si el Lobo iba a venir o no iba a venir esa noche; su existencia no era algo que estuviera en cuestión. En seguida me di cuenta de mi error, pero no tuve tiempo de corregirlo.
—¿No existe el Lobo?— preguntó.
Yo no podía permitir que su mundo tambaleara. Alguien de su confianza, tal vez su abuela, le había incorporado la figura necesaria del Lobo, y la niña ya probablemente ponía en tela de juicio la existencia de los Reyes Magos y trasladaba ahora la duda al Lobo y quizás a todas las cosas. Traté de componer, de conciliar, de frenar el caos que comenzaba a desatarse.
–E o Lobo, vai vim?
A menina desconhecida irrompeu com essa pergunta na minha vida e na serenidade da noite. Eu quis estar à altura das circunstâncias e respondi com tranquilidade e circunspecção:
— Não, não vai.
E em seguida fui mais além do que se esperava de mim:
— Não tem lobo nenhum — acrescentei.
Isso a fez desconfiar, porque ela não tinha falado de lobos em geral, mas de um lobo concreto e específico: o Lobo. Minha resposta se chocava com as expectativas dela, com o que lhe tinham ensinado e, eu quase diria, com sua experiência de vida. A pergunta era se o Lobo ia vir ou não ia vir naquela noite; a existência dele não era algo que estivesse em questão. Eu logo me dei conta do meu erro, porém não tive tempo de corrigi-lo.
— O Lobo não existe? — ela perguntou.
Eu não podia permitir que o mundo dela cambaleasse. Alguém da sua confiança, talvez a avó, tinha inculcado nela a figura necessária do Lobo, e a menina provavelmente já estava colocando em jogo a existência dos Reis Magos e transferia agora a dúvida ao Lobo e talvez a todas as coisas. Eu tratei de recompor, de conciliar, de frear o caos que começava a liberar-se.
—Antes —dije, subrayando la palabra—, antes existía.
Ahora no está más. Se murió.
La felicidad de haber encontrado esta elegante solución me duró poco. La niña abrió muy grandes los ojos, gritó algo que no entendí, y se tapó los oídos con las manos y empezó a dar alaridos, y se alejó corriendo.
Mi mujer había contemplado la escena. Me explicó:
—Antes de empezar con los gritos, lo que dijo fue: «¡Viene igual!».
La niña tenía razón. El Lobo, claro, es un arquetipo, y no puede morir. Si lo matan, viene igual, como en ciertas películas de terror; viene un Lobo mucho más espantoso,
más terrible, un Lobo muerto. Un Lobo al que no se puede detener, porque no se puede matar, porque está muerto. Y viene igual.
***
— Antes — eu disse, sublinhando a palavra — antes, sim. Agora ele não existe mais. Morreu.
A felicidade de ter encontrado essa elegante solução me durou pouco. A menina arregalou os olhos, gritou algo que eu não entendi, tapou os ouvidos com as mãos e abriu o berreiro, e se afastou correndo.
Minha mulher tinha contemplado a cena. Ela me explicou:
— Antes de começar com os gritos, o que ela disse foi: “Ele vai vir mesmo assim!”
A menina tinha razão. O Lobo, óbvio, é um arquétipo e não pode morrer. Se o matam, ele vem mesmo assim, como em certos filmes de terror: vem um Lobo muito mais assustador, mais terrível, um Lobo morto. Um Lobo que não pode ser impedido, porque não dá pra matar, porque ele já está morto. E vai vir mesmo assim.
***
Cuando se llega a determinado punto de la vida, pienso que toda persona se encuentra, desde luego que sin imaginárselo, con una evidencia de que el mundo se ha terminado. Hay algo que aparece y que dice, más o menos: «Todo está perdido. Ya nada será igual. Has vivido en vano», todo lo cual, bien mirado, es cierto —aunque no necesariamente dramático—. Todo depende de la idea de la propia importancia que haya tenido hasta ese momento la persona. Pero siempre es una experiencia dura.
Hay quienes sintieron eso que trato de decir cuando se enteraron de la caída del muro de Berlín. La experiencia de mi abuelo fue menos espectacular, aunque no por ello menos atroz. Era en tiempos de la Segunda Guerra Mundial.
Las cajas de fósforos eran cuadradas y chatas, con una vistosa envoltura rígida de cartón, y en su interior tenían la caja propiamente dicha, que contenía fósforos de cabeza roja con un cabito de papel encerado de color marrón, una especie de rollito que resultaba muy placentero desenrollar.
Ahora bien: esa caja propiamente dicha estaba ligada a la envoltura vistosa mediante una gomita, o banda elástica, de color rojo. La gomita permitía tirar de la caja interior, haciendo uso de una saliente en forma de uña, sin riesgo de que uno tirara demasiado fuerte y la caja se soltara de la envoltura; se podía hacer, pero había que hacerlo con intención. Esa gomita permitía además que la caja se metiera sola en la envoltura una vez que uno había retirado el fósforo.
Quando se chega a determinado ponto da vida, penso que toda pessoa se encontra, obviamente sem imaginá-lo, com uma evidência de que o mundo terminou. Tem algo que aparece e que diz, mais ou menos: “Tudo está perdido. Nada mais será igual. Viveste em vão”, o que, olhando bem, está certo — ainda que não seja necessariamente dramático. Tudo depende da ideia da própria importância que a pessoa tenha tido até esse momento. Mas é sempre uma experiência dura.
Tem pessoas que sentiram isso que estou tentando dizer quando souberam da queda do muro de Berlim. A experiência do meu avô foi menos espetacular, ainda que nem por isso menos atroz. Era nos tempos da Segunda Guerra Mundial.
As caixas de fósforo eram quadradas e achatadas, com uma vistosa embalagem rígida de papelão, e no seu interior estava a caixa propriamente dita, que continha fósforos de cabeça vermelha com um cabinho de papel encerado cor marrom, uma espécie de rolinho que era muito prazeroso de desenrolar.
Pois então: essa caixa propriamente dita era unida à embalagem vistosa por meio de uma borrachinha, ou um elástico, de cor vermelha. A borrachinha permitia puxar a caixa interna, fazendo uso de uma saliência em forma de unha, sem risco de ser puxada forte demais e a caixa se soltar da embalagem; dava pra fazer isso, mas tinha que fazer com intenção. Essa borrachinha permitia, além do mais, que a caixa entrasse sozinha na embalagem uma vez que a gente tivesse retirado o fósforo.
Una mañana, mi abuelo inauguró una caja de fósforos nueva y descubrió que no traía la gomita roja. Se dio cuenta de que no era un defecto de fábrica; muchas cosas habían bajado de calidad, según se decía por causa de la guerra, como por ejemplo los suplementos de historietas de los diarios, que dejaron de venir en colores. Quedó desconcertado, estupefacto, desconsolado.
—¿Y ahora?—dijo, mirándose las manos, cada una con una parte de la caja de fósforos, la envoltura en la izquierda, la caja propiamente dicha en la derecha—. ¿Cómo vamos a hacer?
Vivió unos cuantos años más, pero ya no fue el mismo.
Aquel desánimo, aquella perplejidad, son de esa clase de cosas que no tienen retorno.
***
Uma manhã, meu avô inaugurou uma caixa de fósforos nova e descobriu que não tinha a borrachinha vermelha. Se deu conta de que não era um defeito de fábrica; muitas coisas tinham diminuído de qualidade por causa da guerra, segundo se dizia, como por exemplo os suplementos de quadrinhos dos jornais, que pararam de vir a cores. Ele ficou desconcertado, estupefato, desconsolado.
— E agora? — disse ele, olhando as próprias mãos, cada uma com uma parte da caixa de fósforos, a embalagem na esquerda, a caixa propriamente dita na direita. — Como é que a gente vai fazer?
Ele viveu mais uns quantos anos, porém não foi mais o mesmo. Aquele desânimo, aquela perplexidade, são dessa classe de coisas que não têm retorno.
***
Parece que el futuro, al menos el futuro inmediato, y cierta zona del suceder que está próxima a ciertos afectos nuestros —parece que el futuro, decía, nos resulta accesible anticipadamente, tal vez no como experiencia directa pero sí, y esto sin la menor duda, a través de los pensamientos o, más exactamente, de los proyectos, de otras personas. Por ejemplo: yo hablo una tarde con x y me dice que va a venir a mi casa dentro de dos días y me va a traer ciertos papeles, cuyo contenido específico yo desconozco; sé que son papeles escritos por otra persona, un familiar de x —pero no tiene sentido este relato. No quiero dar los nombres exactos ni las circunstancias exactas, y sin embargo solo las circunstancias exactas ejemplifican lo que yo quiero decir; hay un juego onírico entre el apellido de una persona y un lugar geográfico, y hay toda una historia tras este y otros personajes que intervienen en la trama; son historias penosas, o pasajes penosos de esas historias, que me sabría mal revelar en detalle.
De cualquier manera, ya hace tiempo que no intento convencer a nadie de la existencia de los fenómenos parapsicológicos, pues por ahora es un tema al que la humanidad ha cerrado los oídos, aunque los abra como pantallas gigantescas para temas menos verdaderos, menos trascendentes o más claramente inverosímiles.
Parece que o futuro, ao menos o futuro imediato, e certa zona do acontecer que está próxima a certos afetos nossos — parece que o futuro, eu dizia, nos é acessível antecipadamente, talvez não como experiência direta, mas sim, e isso sem a menor dúvida, através dos pensamentos ou, mais exatamente, dos projetos, de outras pessoas. Por exemplo: uma tarde eu converso com x, e x me fala que vai vir na minha casa dali a dois dias e vai me trazer certos papéis, cujo conteúdo específico eu desconheço; sei que são papéis escritos por outra pessoa, um parente de x — mas não tem sentido esse relato. Não quero dar os nomes exatos nem as circunstâncias exatas, e no entanto só as circunstâncias exatas exemplificam o que eu quero dizer; há um jogo onírico entre o sobrenome de uma pessoa e um lugar geográfico, e tem toda uma história por trás deste e de outros personagens que intervêm na trama; são histórias penosas, ou passagens penosas dessas histórias, que me seria inconveniente revelar em detalhes.
De qualquer maneira, já faz tempo que eu não tento convencer ninguém da existência dos fenômenos parapsicológicos, pois por ora é um tema ao qual a humanidade fechou os ouvidos, ainda que os abra como abanos gigantescos para temas menos verdadeiros, menos transcendentes ou mais claramente inverossímeis.
Tradução de Paulo Pappen.